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por Abdo Tounsi
como un óptimo pantallazo que da respuestas
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¡¡Estamos en Gaza!!
Ayer, 7 de Julio, San
Fermín, entramos en Gaza, por la frontera de Rafah, de Egipto. Esta frontera
que mantuvo cerrada Mubarak, dentro de sus acuerdos de colaboración con Israel,
fue abierta después de su caída forzada por el movimiento popular egipcio. No
obstante las condiciones de su apertura son precarias. Solo funciona desde las
9 de la mañana hasta las 5 de la tarde, y los días de rezo, los Viernes para el
mundo musulmán, la frontera permanece cerrada. Por supuesto sería impensable
cerrar un viernes la frontera del Cairo, vía aeropuerto, con el mundo
occidental. Pero también hay fronteras para ricos y fronteras para pobres.
Además la frontera solo está habilitada para que crucen personas, pero no
vehículos con mercancías. Es decir, el aislamiento comercial de Gaza, impuesto
por el gobierno de Israel, sigue siendo respetado por Egipto, y solo consiguen
pasar, lo que en sus grandes maletas pueden cargar las personas de Gaza con
autorización de entrada en Egipto, cosa que tampoco es fácil. Así, las vías de
entrada de mercancías en Gaza, son oficialmente las que entran por la frontera
de los territorios ocupados por Israel, y que dependen en calidad y en cantidad
de los que decida políticamente su gobierno, y lo que entra de contrabando por
los túneles que la gente de Gaza ha excavado en la línea de la frontera,
túneles impulsados desde el gobierno palestino de Gaza, y no autorizados, pero
“ignorados” por el gobierno egipcio.
El grupo que viajamos a
Gaza, lo componemos tres personas, Manu Pineda, uno de los impulsores de la 2ª
flotilla de la libertad a Gaza, del año pasado, y que cuando esta no pudo
cumplir su cometido, exploró la entrada vía Egipto y cuando lo logró, se trajo
para España, varios proyectos de cooperación. Saray y yo. El trío somos de
Málaga, de CCOO, de IU, y participamos en la Asociación de Solidaridad
Internacional Unadikum.
El viaje ha sido difícil.
No hay autobuses de línea ni nada parecido, del Cairo a Rafah, la frontera con
Gaza. Se va en coches particulares, o en taxis colectivos. Habíamos contratado
un coche para el Jueves día 4. Este tuvo un accidente y no pudimos salir. Los
coches que buscamos no querían ir porque temen que los asalten en el camino los
beduinos. El viernes era día de rezo, así que teníamos que esperar al sábado.
Contratamos un coche con el que salíamos a las 4 de la mañana. Este finalmente
tampoco pudo salir, pero pudimos engancharnos en un taxi colectivo, que con 8
personas abordo, partió a las 2’30 de la mañana del Cairo y nos dejó en la
frontera de Rafah a las 10’30. Salimos desde el Cairo en dirección Port Said,
donde el canal de Suez sale al Mediterráneo, y antes de llegar doblamos a la
derecha, cruzamos el canal por un viaducto y luego recorrimos toda la península
del Sinaí por el norte, bordeando la costa, que es básicamente un desierto, con
grandes dunas de arena. Nunca antes habíamos practicado la conducción suicida,
es decir circular en dirección contraria en una autovía. Bien esto lo que hizo
nuestro conductor en varias ocasiones en la que quiso acceder a un área de
servicio, o una gasolinera al otro lado de la autovía. Otra de las
características de la conducción en Egipto es que no hay limitaciones de
velocidad y que en las rotondas nadie hace el círculo, sino que atraviesa por
el lado más corto.
La parte egipcia de la
frontera de Rafah es un caos. No hay un sistema definido de colas ni de
procedimiento. La gente se agolpa, se empuja, discute. En el sistema de
revisión de pasaportes, hay que entregarlos en un mostrador haciéndose sitio, y
cuando los revisan, una o dos horas después, para entregarlos, van leyendo
nombres, y como hay mucha gente apiñada, los devuelven tirándolo por el aire
hacia el que lo pide, algo así como lanzamiento de pasaporte. Después de perder
horas y dinero (nos cobran, obligatoriamente por persona, unos 20€ en libras
egipcias por trasladar las maletas del patio de la frontera egipcia al de la
frontera palestina, unos 300 metros), pasamos al lado de la frontera Palestina de
Rafah. Aquí parece como si cambiáramos de mundo. No sólo está todo muy
organizado, sino que parece la salida de un aeropuerto internacional de
cualquier ciudad europea.
A la entrada del edificio, que parece recién estrenado, las maletas se dejan en una cinta transportadora. Hay un control de pasaportes palestinos con varias cabinas, por los cuales la gente circula rápidamente y después de pasar recogen sus maletas en otra cinta transportadora como las que hay en los aeropuertos. Además de la diferencia de las instalaciones, la diferencia de fondo es tratar a la gente como súbditos o como ciudadanos. Las visitas que no son palestinas, tienen que declarar el objeto del viaje y que contacto tienen dentro de Gaza, y son atendidos individualmente por funcionarios amables, jóvenes y bien vestidos, que antes de autorizar la entrada se comunican con las personas de contacto en Gaza.
A la entrada del edificio, que parece recién estrenado, las maletas se dejan en una cinta transportadora. Hay un control de pasaportes palestinos con varias cabinas, por los cuales la gente circula rápidamente y después de pasar recogen sus maletas en otra cinta transportadora como las que hay en los aeropuertos. Además de la diferencia de las instalaciones, la diferencia de fondo es tratar a la gente como súbditos o como ciudadanos. Las visitas que no son palestinas, tienen que declarar el objeto del viaje y que contacto tienen dentro de Gaza, y son atendidos individualmente por funcionarios amables, jóvenes y bien vestidos, que antes de autorizar la entrada se comunican con las personas de contacto en Gaza.
Nuestro contacto es un
médico cardiólogo palestino que colabora con el Frente Democrático de
Liberación de Palestina, un partido de inspiración marxista y panarabista, no
islamista. El nos ha ofrecido un apartamento en Ciudad de Gaza, donde viviremos
mientras estemos aquí. La ciudad de Gaza está al norte de la Franja de Gaza. En
total el largo de la franja, que es una zona costera, mide 41 Km. y su ancho es
de 6 o menos Km. Esta zona costera está en el culo de saco del mediterráneo, y
Serrat también habría podido cantar en su Mediterráneo “desde Algeciras hasta
Gaza”. Aquí viven hacinadas y bloqueadas 1’7 millones de personas, por el delito
de haber nacido palestinas. Viajamos pues desde el sur de Gaza, que es Rafah,
hasta el norte que es ciudad de Gaza. Prácticamente, aunque la franja está
dividida en ciudades, éstas están en líneas de continuidad.
Después de instalarnos,
comemos con Dr. Issam, catedrático de Economía de la Universidad Islámica de
Gaza. Habla perfectamente castellano, acaba de regresar de Andalucía, donde ha
firmado convenios de colaboración con universidades de Sevilla y Almería. El
nos informa de que ha escuchado en la radio que ha habido varios niños heridos
ese día, seguramente por algún disparo de los tanques de Israel. Luego vemos en
un periódico digital de Gaza, en inglés, que en realidad se trata de que 4
niñ@s, de la misma familia, en la zona central de Gaza, Deir Al Balah, que han
sufrido heridas al explosionar, cuando estaban jugando, proyectiles que estaban
enterrados, y que provienen de los muchos no explosionados de los frecuentes
bombardeos de Israel, mayormente de la operación plomo fundido de Enero de 2009.
Después de comer vamos de
compras para abastecer el apartamento de algo de comida y cosas de limpieza. La
moneda corriente es el shequel de Israel que equivale aproximadamente a 20
céntimos de € y los precios son bastante más caros que en el Cairo. Es decir
cuando hablamos de la ocupación de Palestina por Israel, tenemos que saber que
además, que ellos controlan las fronteras, y deciden qué cosas y quien entra y
sale, también obligan a que la moneda de uso sea la de ellos. De manera que el
pueblo ocupado tiene que manejar diariamente unos papelitos con el idioma, los
símbolos y los personajes históricos de los ocupantes.
Al anochecer nos
acercamos al pequeño puerto pesquero de Gaza, a ver el monumento en memoria de
los 9 activistas turcos que fueron asesinados a bordo barco Mavi Mármara,
integrante de la primera Flotilla de la Libertad de solidaridad con Gaza, que
fue asaltada en alta mar por barcos y helicópteros de Israel. El monumento es
un monolito, que en su base tiene el nombre de los nueve activistas muertos y
banderas de Palestina y Turquía. Después nos hemos acercado a la playa, que a
pesar de que estaba entrada la noche, estaba abarrotada. Familias enteras
sentadas en la arena, cenando, tomando te o café y muchos niños y niñas jugando
y bañándose.
Esta mañana hemos
visitado a un matrimonio componente de la familia Samouni. Esta familia, muy
extensa como son las árabes, que vivía en la barriada Zaytun, fue obligada,
durante la ocupación israelí de comienzos de 2009 a encerrarse todos juntos, en
una de las viviendas. La excusa era su mayor seguridad. Pero a la mañana
siguiente la vivienda fue bombardeada, lo que supuso que treinta miembros de la
familia resultaran muertos y otros muchos heridos. El gobierno Israelita abrió
una comisión de investigación de este caso debido a las protestas
internacionales, pero el mando que ordenó el bombardeo ha sido ascendido
recientemente. A la visita nos ha acompañado la compañera Maphaz, una chica de
21 años, hija del anterior ministro de asuntos exteriores de Gaza.
El matrimonio que hemos
visitado perdió un hijo de 15 años y una hija de 14 de los 10 hijos que tenía.
Otros dos fueron heridos, Abdalá que hoy tiene 11 años y Mohamed que hoy tiene
8 años. Justamente el motivo de nuestra visita a Gaza, es traer ambos niños,
que han perdido la movilidad de sus brazos derechos, por herida de codo y
hombro, a operarlos en Andalucía, para lo que hemos hecho un Convenio con la
Consejería de Sanidad. Ahora, gestionamos (vía Izquierda Unida) el necesario
permiso del Gobierno de Israel, para que los niños puedan salir hacia España.
Al viaje lo acompañará su padre Wael. La familia vuelve a tener diez hijos, ya
que mientras tanto le han nacido otro hijo y otra hija. Será la Asociación
Unadikum, la que corra con los gastos de los tres palestinos en España, ya que
la Junta de Andalucía sólo cubrirá el gasto de las operaciones, habiéndonos
comprometidos nosotr@s a cubrir todos los demás gastos incluidos los de las
medicinas que sean necesarias, para lo cual esperamos la colaboración de los
compañer@s que puedan aportar algo.
En el recorrido que hemos
hecho hoy, en la visita a la familia Samouni, hemos visto numerosos edificios
con impactos de bala y metralla. A poco que se fije un@, ve por todas partes
señales de los ataques del ejército israelí. La otra expresión gráfica, muy
visible, de la situación son los numerosos murales que hay en las calles que
expresan la batalla y la resistencia palestina, por su libertad y su soberanía
como pueblo, frente a las bombas, los tanques y los helicópteros del ejército
de Israel.
Saludos fraternales.
Manolo García.
Fuente: http://abdotounsi.com/2012/07/09/estamos-en-gaza/