La gran medida de política social del gobierno nacional, que retrotrajo los niveles de pobreza e indigencia a los valores de 1980, dando carnadura al ciclo de desempobrecimiento más vigoroso desde la recuperación democrática, debe repensar su mecanismo de actualización anual.
En un contexto de inflación de alimentos como el que se vive, es indispensable lograr una actualización temporal más acotada que la actual, al menos actualizarse dos veces al año junto a las jubilaciones y pensiones y no una sola vez con las asignaciones familiares. Observemos que los 270 pesos actualizados en septiembre de 2011, hoy ya sólo representan 200 y en octubre, antes de ser actualizado su monto, equivaldrán a 190 pesos.
Sucede que la AUH transfiere 9 pesos diarios por beneficiario, que por las características de los hogares inferimos se gastan en alimentos y bebidas en su totalidad. Así las cosas, los 80 pesos depreciados por el aumento de precios, en el último mes anterior a su actualización equivalen a un mes menos de asignación teórica si la pérdida se diera de una sola vez e inicialmente. Al imprimirse sobre el proceso real que supone un deterioro paulatino en el curso del año, el deterioro del poder adquisitivo equivale efectivamente a 15 días menos de beneficio.
Igualmente, si midiéramos los niveles de pobreza e indigencia mes a mes, los mismos variarían significativamente. Si tomamos el lapso octubre 2011/ octubre 2012 antes de la actualización, la pobreza e indigencia pasarán de 3,0 por ciento y 16,1 por ciento en octubre de 2011 al 4,5 y 16,8 por ciento en el mismo mes de 2012, respectivamente. Para referirnos a la carencia extrema, la indigencia, umbral que por debajo de su satisfacción existe riesgo alimentario, se trata punta a punta en 12 meses, de acceder a 600.000 indigentes adicionales por falta de actualización de la AUH en tiempo y forma, de los cuales 270.000 son menores de 15 años.
* Director Consultora Equis.