jueves, agosto 16, 2012

China y los emergentes, un cambio clave en la política comercial - La Chine et les marchés émergents, un changement majeur dans la politique commerciale


 La Argentina ha desarrollado en los últimos diez años una reforma profunda de su relación comercial con el resto del mundo. Históricamente el país siempre tuvo entre sus principales socios a Europa y los Estados Unidos, sin olvidar, por supuesto, a Brasil, como aliado del Mercosur. 
En la última década, empezaron a observarse cambios de fondo en materia comercial que acompañaron la revolución política, económica y cultural que está viviendo el mundo con el ascenso de China y los denominados países emergentes y el debilitamiento del Viejo Continente por la crisis sin fin que atraviesan España, Portugal, Grecia e Irlanda, entre otros. 

En este marco, la relación entre la Argentina y China fue escalando posiciones de manera asombrosa. China pasó de ser el décimo destino de las exportaciones argentinas en 1990 a situarse en el cuarto lugar en 2004.  
En 2010, la relación comercial con el gigante asiático alcanzó los U$S 13.500 millones y China se asentó como el segundo socio de la Argentina, mientras que nuestro país es el cuarto socio comercial de China en Latinoamérica. El intercambio bilateral  volvió a trepar en 2011 y llegó a los U$S 16.595 millones, como resultado de exportaciones argentinas a China por U$S 6022 millones e importaciones argentinas del gigante asiático por U$S 10.573 millones. 
No obstante, todo lo que brilla no es oro. En primer lugar, lo que pudo observarse, particularmente el último año, es un incremento del déficit en perjuicio de la Argentina, que es importante que se revierta paulatinamente. Además, la Argentina tiene dificultades evidentes para colocar productos de alto valor agregado en China. El principal  artículo de exportación argentino es la soja y sus derivados (principalmente el poroto seguido del aceite y la harina).
En el viaje clave de Cristina a China, que tuvo lugar a mediados de julio de 2010 y marcó un antes y un después en la relación bilateral, el gobierno argentino planteó esta preocupación y empezó a observarse un cambio progresivo.




Pero el problema no resulta de fácil resolución. La diferencia de escala entre los dos naciones parece hoy una barrera insalvable, porque cuando los chinos realizan pedidos concretos, las empresas locales no están en condiciones de garantizar los altos niveles de demanda, excepto, claro está, en el caso de los granos.
La otra gran apuesta Argentina es presentarse como una alternativa para colocar sus productos en algunos mercados emergentes en alza, como Angola y otros países africanos, y algunos asiáticos como Vietnam. En uno u otro caso, ya sea en la búsqueda de nuevos mercados como en la consolidación de la relación comercial con China, es imprescindible que la Argentina persevere con su propuesta en el tiempo y busque alianzas con otros países de la región con el fin de facilitar la penetración en los nuevos destinos, negociar en mejores condiciones con China y poder cumplir con sus compromisos comerciales.

Mariano Beristain. Tiempo Argentino

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