CHARLAS DE QUINCHO DE AMBITO FINANCIERO PUBLICADAS ESTE LUNES:
El secreto de una charla entre la
Presidente y un gobernador será eterno; sin embargo, aquí revelamos algunos
detalles (no sólo financieros) del acuerdo que surgió de esa conversación. El
presidente de una de las dos cámaras recibió un título por el que bregó varios
años, e invitó a cenar para el festejo de ese logro. No fue el único
acontecimiento nocturno: dos fundaciones benéficas organizaron comidas para
recaudar fondos. En una de ellas, uno de los invitados debió soportar el asedio
de quienes querían saber las verdaderas razones de la salida de una figura, no
política precisamente, que desvela a la mitad más uno del país. Otra cena, más
austera (pizza), agrupó a gente del oficialismo bonaerense, pero allí también
se terminó hablando de fútbol. Veamos.
El presidente de la Cámara de
Diputados, Julián Domínguez, con su par de Brasil, Marco Maia. El titular de la
Cámara baja, además, festejó esta semana su flamante título de abogado,
obtenido tras varias postergaciones en sus estudios.
Nunca le confesará a nadie Daniel Scioli lo que habló el viernes por
teléfono con Cristina de Kirchner -trámite que se dio con la rutina habitual,
llamado del gobernador a Olivos y respuesta a los pocos minutos de la
Presidente-, ni al público que siguió su rueda de prensa del sábado, ni al
pequeñísimo grupo de funcionarios con quienes, después, se reunió a almorzar,
tarde, en el quincho de la residencia de La Ñata, del cual formaron parte unos
pocos familiares, incluido su hermano José. Bastaba, más que el contenido de la
conversación, que tampoco revelará la Presidente, mencionar el gesto para que
el gobernador viera cumplido su propósito mediático: afirmar que los asuntos
graves los hablan ellos dos a solas, que nunca hay ruptura y que lo que dicen
las segundas líneas no tiene importancia alguna.
Se refería a la tira de agravios que
habían salido de algunos dirigentes del kirchnerismo provincial descalificando,
presuntamente sobre la base de palabras de la Presidente que, le quedó claro a
Scioli a partir de esa conversación, ella desmintió. Aunque los dos
protagonistas de esa conferencia telefónica lacren el contenido, en ese
almuerzo en La Ñata Scioli se movió como quien hubiera escuchado de boca de la
Presidente que ella nunca lo trató de «inútil» ni que tampoco hubiera sugerido
«que se fuera». Por el contrario, en público y en privado se sintió
reivindicado frente a esos deslices verbales y se afirmó en la promesa
presidencial de que habrá nuevas ayudas. Presente en ese almuerzo uno de los
artífices de los malabares financieros de la provincia, se festejó que avanzará
esta semana la clave para que puedan seguir haciéndose los pagos, aunque fuera
en cuotas: la monetización de unos $ 1.000 millones de la serie de los títulos
Bogar 2018 que hoy figuran entre los activos inmovilizados del Banco Provincia.
Esos títulos no tienen mercado y su monetización sería posible si el Banco
Central lo autorizase. La provincia tiene unos $ 6.000 millones de ese bono,
pero con $ 1.000 millones bastará para que haya un alivio. En esa mesa se
enteró el gobernador de más detalles de las dificultades que tienen otras
provincias para acceder a auxilios de la Nación, que la semana pasada recibió a
su vez el auxilio de $ 6.000 millones autorizados por el Central y la semana
anterior otros $ 3.000 millones. Si no ayudan, es la conclusión que el
gobernador repite cada vez que le insinúan que hay mala fe política de la
Nación, es porque no hay más para dar y el problema no es sólo de Buenos Aires
sino de las otras provincias. La dimensión del distrito, claro, y de la ayuda
que necesita es lo que alimenta la importancia política de lo que es para todos
una crisis. Ese sábado, por supuesto, se suspendió el fútbol, que ayer volvió
aunque a puertas cerradas al campo del miniestadio San Daniel; apenas un
entrenamiento con amigos y funcionarios como para no perder ritmo.
Ponerse por encima de las guerrillas
mediáticas del fin de semana y clavar la idea de que Cristina y él arreglan sus
asuntos fuera de la mirada del público fue el eje de esa rueda de prensa que le
dio algo de nervio a un fin de semana largo y sin agenda institucional. El
gobernador no hace nada improvisando y consultó con el amplio arco de asesores
qué debía hacer. Concluyó que debía ser el comienzo y el final del discurso que
ocupó, casi en cadena nacional, el mediodía del sábado. El público pide
claridad y respuestas, había sido el dictamen de esos asesores, y haber logrado
la atención avanzando con más sciolismo como remedio de los problemas del
sector fue festejado en ese almuerzo privadísimo de La Ñata. Celebró también la
mesa que hubiera recibido mensajes el gobernador de intendentes que estuvieron
con Cristina en Olivos, que negaron los dichos del intendente de Lanús, quien,
a su vez, se enredó en desmentidos sobre esos reproches que repitieron otros
kichneristas del distrito, entre ellos el jefe de los diputados y abogado
Julián Domínguez, quien se anotó como el crítico de más alto nivel de la
provincia en marcar diferencias con el gobernador. Esos gestos los calificó
Scioli como sobreactuaciones que tampoco la Presidente avala, al menos por lo
que le escuchó decir en el diálogo del viernes.
El diputado Domínguez agregó el lunes
el título de abogado, después de rendir la última materia de la carrera en la
UBA, Derecho de la Navegación, vulgarmente «Marítimo». Cerró así una primera
etapa de su vida, que arrastró durante algunos años a la par de su tarea de
político. Interrumpió el estudio cuando lo designaron ministro de Agricultura,
pero cuando asumió como diputado retomó, quizás porque tiene más tiempo libre,
la cursada de las últimas materias. En los últimos meses solía ausentarse del
palacio legislativo, algo que algunos habían relacionado con alguna actividad
inconfesable, que todos las tienen. A unos pocos les revelaba que se encerraba
a estudiar hasta que el lunes informó de que lo deben llamar «doctor».
Reunió a celebrar ese título a familia
y allegados a cenar en el restorán Carletto, en el Dique 3 de Puerto Madero,
adonde concurrieron algunos íntimos como Haroldo Ledev (exintendente y
exministro provincial), Adrián Mircovich, Alberto España (que luce el título de
tío del kirchnerista «Wado» De Pedro, a quien se le atribuye vara alta en la
autodenominada La Cámpora) y otros viandantes que festejaron este ascenso que
es un título de abogado. Domínguez es hijo de una portera de escuela de
Chascomús que se ufana de haber hecho de todo, desde cadete, vendedor de
helados y, de grande, empleado de estudio jurídico, en donde descubrió su
destino académico. Ahora, confesó mientras devoraba el rico menú de Carletto,
quiere hacer un posgrado en derecho constitucional. En la mesa bromearon con
que tiene en la Cámara dos posibles maestros: el actual titular de la comisión
respectiva, el apoderadísimo del PJ Jorge Landau, y su antecesora, Graciela
Camaño, quien milita en el otro peronismo pero que mostró ciencia constitucional
de sobra en ese cargo pese a que se recibió de abogada mientras desempeñaba la
presidencia de la comisión.
Con una agenda política distraída en
los forcejeos internos del oficialismo, Domínguez se dio tiempo también para
llevar a una parrilla vecina a Carletto, la afamada Estilo Campo, al presidente
de la Cámara de Diputados del Brasil, Marco Maia, encuentro que sirvió la jurar
amistad eterna entre los dos congresos. Fue a mediodía del viernes, después de
los sombrerazos que se cruzaron diputados locales como Ricardo Gil Lavedra,
Federico Pinedo, Omar Perotti, Ricardo Cuccovillo y Guillermo Carmona con la
delegación brasileña. Para el almuerzo se agregaron los empresarios Gustavo
Grobocopatel, Cristian Amuchástegui, José Alberto Zuccardi, Oscar Domingo (Don
Mario) e Ignacio Rosner (El Tejar), además del escritor Julián Mandriotti, el
titular del PROSAP, Jorge Neme, Norberto Liwski, asesor en derechos humanos y
amigo de Domínguez, y el subsecretario de Valor Agregado y Nuevas Tecnologías,
Oscar Solís, quien fue motivo de broma por parte de los empresarios porque en
China es conocido como «señor maíz», debido a que es uno de los interlocutores
en la apertura del mercado del cereal al país asiático, iniciada por gestiones
de la presidente Cristina de Kirchner ante su par chino, Hu Jintao.
Dos comidas solidarias convocaron
gente con un perfil más que bajo en este tipo de reuniones. La primera fue la
de la Fundación Fernández, en el Hotel Intercontinental, con sofisticado menú y
vinos y champán Norton. En este sarao hubo bajas y altas: entre las bajas, la
madrina de la fundación, Mirtha Legrand (estaba enferma), y Mauricio Macri; fue
su primera ausencia en estos eventos (se encontraba de viaje). Tampoco fue
María Eugenia Vidal, subrogante en ese cargo. Altas: Woods Staton, el dueño de
McDonald's en la región, con su mujer, Erica Roberts. Staton es considerado uno
de los empresarios más ricos de Colombia y de América. En la comida ambientada
al estilo «Fantasma de la ópera» se mostraron la presidenta de la fundación,
Miriam Bagó; el ministro macrista Jorge Lemus, y empresarios como Germán Neuss,
Eduardo Escasany, Luis Ribaya, Hugo Biolcati, Luciano Miguens, Juan Carlos Bagó
y los hermanos Guerrieri. También figuras como Iván de Pineda, Juan Pablo Maglier,
Rosendo Fraga, Enrique Llamas de Madariaga, Augusto Rodríguez Larreta, Ernesto
Gutiérrez y Lili Sielecki.
El jueves, en el Hotel Alvear se hizo
la primera comida de la Fundación Zaldívar, creada en 1991 por Roger Zaldívar y
su hijo, el también oculista mendocino Roberto y que conducen Estela Zaldívar y
su hijo Roger, también exjugador de Los Pumitas. Sí estuvo la madrina de la
fundación, Susana Giménez, que pasó por el quirófano de Roberto, al igual que
un gran porcentaje de los asistentes a la cena; la diva recordó que ella se
operó por recomendación de Bernardo Neustadt, amigo de los Zaldívar, con
quienes solía veranear en Punta del Este. Estaban también el banquero Jorge
Brito y su mujer, Marcela, Jorge Stuart Milne, Juan Brochou Luis Ribaya,
Guillermo Stanley, Marcelo Figueiras, Martín Cabrales, Cristiano Rattazzi,
Gustavo Castagnino (Mercedes-Benz), «Tato» Lanusse, Santiago Soldati, Enrique
Braun Estrugamou, Rodolfo Donofrio, Carlos Fontán Balestra, «Corcho» Rodríguez
con Verónica Lozano, Germán y Jorge Neuss, Marcos Gastaldi con Marcela Tinayre,
Teddy García Mansilla y Juan Pablo Maglier. Entre las damas se lucieron
Graciela Borges, la senadora María Laura Leguizamón, Verónica Pueyrredón y la
consultora Carolina Giménez Aubert. La conducción de la comida estuvo a cargo
de Andrea Frigerio e Iván de Pineda. Verónica Cangemi, la soprano mendocina que
está radicada en Europa, interpretó dos temas.
Jorge Sánchez Córdova, presidente del
Banco Finansur, pero también tesorero de Boca Juniors, llegó más tarde porque
venía de una reunión de comisión directiva donde trataron la salida de Román
Riquelme y lógicamente fue el más asediado porque querían saber datos de dicha
reunión y de los motivos de la ida del crac. Recordó que Riquelme en cuatro
años en Boca Juniors embolsó 13 millones de dólares, una cifra que lo emparenta
con los jugadores europeos. Pero lo curioso es que el estratega de Boca Juniors
deja el club cuando se pesifican todos los contratos por la aparición del cepo
cambiario. Riquelme pierde de embolsar tres millones de dólares por irse antes,
pero esa plata la iba a cobrar en pesos. Por eso las especulaciones eran que
tenía un contrato en el exterior donde cobrará en dólares contantes y sonantes.
Uno de los comensales le dijo: «Pero entonces no se fue porque se sentía vacío
y no tenía nada para dar, sino porque no tenía dólares para recibir».
Sánchez Córdova no acotó nada, pero
recordó que el actual presidente, Daniel Angelici, renunció años antes a su
cargo de tesorero de Boca Juniors porque se oponía a que se le hiciera un
contrato tan extenso y tan elevado a Riquelme. El club siente hoy en sus
balances el pago de este contrato. Alguien le recordó que Mauricio Macri
tampoco quería que viniera Riquelme a Boca. «Macri fue el mejor presidente de
la historia de Boca Juniors», señaló el actual tesorero. Otro comensal que
conoce muy bien lo que sucede en el club relató que Riquelme es extremadamente
inteligente para tejer alianzas y generar poder, que por eso dividió al
vestuario boquense y ahora les deja un enorme problema a los que se quedan.
También surgió en la conversación el drama del fútbol argentino, que debe
vender sus jugadores al exterior a un dólar de $ 4,50, lo que limita los
ingresos más importantes de las instituciones. La pesificación de los
contratos, si bien resuelve parcialmente el problema, alentará a que la
emigración de jugadores locales sea más elevada.
Una tregua en la inabordable tensión
del PJ, para buena parte del sciolismo, fue el cumpleaños número 40 de Carlos
Gianella, colaborador de Daniel Scioli desde hace más de una década y una
sombra detrás de los movimientos del jefe de Gabinete bonaerense, Alberto
Pérez. En Pizza Cero, la noche del jueves, una postal del más puro estilo
sciolista: un desfile de periodistas de todo color, medio y calibre, impensable
en la celebración de un funcionario K. Un anticipo -o una confirmación
anticipada- de lo que el gobernador hizo y dijo en la conferencia de prensa del
sábado. Gianella suele, de hecho, mostrarse crítico de la ley de medios no por
su «espíritu», aclara, sino por su instrumentación. Se declara a favor de crear
«nuevas voces», pero advierte que a la ley le falta un segmento ligado al
financiamiento. Sostiene -y lo charló con funcionarios y periodistas la noche
de su cumpleaños- que la ley debería establecer que los Estados, tanto nacional
como provincial y municipal, deban dedicar un porcentaje de gastos a la
inversión publicitaria a partir de un régimen que haga la distribución basada
en una fórmula que abarque a todos los medios. Un idilio, lo toreaban sus
escuchas, suponer un sistema donde se otorguen avisos y pautas a todos los
medios sin importar su posición frente a los Gobiernos.
Modesto menú, para sintonizar con la
orden de austeridad que impuso Scioli, para unos 100 invitados, entre los que
se mezclaban funcionarios con consultores, artistas, periodistas y,
naturalmente, la familia del agasajado: su mujer, María Tangherlini, y sus
hijos Lucas y Camila. Alberto Pérez, que por la tarde había evaluado borradores
de la ley de emergencia económica con el gobernador, con look ochentoso -un
pantalón color borravino-, tuvo durante la noche, «apartes» con el ministro de
Desarrollo Social, Martín Ferré, y el de Trabajo, Oscar «Cacho» Cuartango.
Estaban también el titular del Instituto de Previsión Social (IPS) Mariano
Cascallares; el vice del IOMA, Roberto Paso; el diputado «Manino» Iriart; el
director de ABSA, Ricardo Morato; el subsecretario de Seguridad, Emiliano
Baloira; Nicolás Milazo (Desarrollo Social); Jack Namías, de la Secretaría de
Derechos Humanos, y Juan Manuel López Gómez, de Deportes. El consultor Fabián
Perechodnik; Alejandro Dolina, con su dueto de productoras (una rubia y una
morocha, casi el ying y el yang); Nora Lafont y Tom Lupo, entreverado en la
lacaniana teoría sobre la metáfora y la metonimia, pero relacionando la primera
con los hombres y la segunda casi como un recurso exclusivo de la mujer.
La psicología gobernó esa noche otras
charlas sobre la relación entre Scioli y Cristina de Kirchner. Sobre el
gobernador la certeza de que no cambiará su discurso y su comportamiento
pacifistas y, además, la advertencia de que los sectores -del kirchnerismo o
del peronismo, en general- que quieren a Scioli y a la Presidente peleados no
sabrán dónde pararse cuando, dicen, en 2015 formen parte del mismo dispositivo
político y electoral. Cuestiones adicionales tienen que ver con la otra gran
obsesión, cercana al sufrimiento, de Giannella por River, que lo empujó a la
solidaridad en la angustia con funcionarios y periodistas que padecen el mismo
karma que tratarán de enmendar, siquiera efímeramente, con el despliegue de «la
Bandera más larga del mundo».
Fue el sociólogo Rodrigo Daskal quien contó que
unirá la plaza donde estaba el viejo estadio millonario, en Tagle y Figueroa Alcorta,
con el Monumental, en una caravana que se pondrá en marcha antes de fin de año.
Las otras magias tuvieron forma de show con un mago que entretuvo a los
invitados, hizo bailar rap al cumpleañero y se lució con un truco muy oportuno:
rompió un billete y lo hizo aparecer, luego, dentro de una nuez y entero. Una
metáfora muy bonaerense.
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