Lorenzo Barcala, Domingo Sosa y José María Morales
LA INDEPENDENCIA, TAMBIÉN GRACIAS A LOS NEGROS

Sin embargo, el entusiasmo filantrópico de la generación de Mayo no duró mucho
porque bastantes esclavos aún mantuvieron su condición por haber nacido antes
de los decretos de la
Asamblea del Año XIII y porque las quejas del gobierno
portugués llevaron al gobierno a decretar que los esclavos fugados de las
plantaciones brasileñas se devolverían a sus amos.
En medio de las contradicciones surgidas entre ideales programáticos y razones
políticas, los negros fueron llevados a la Guerra de Independencia.
A partir de 1810, con el inicio de las hostilidades, una forma de expresar
adhesión a la causa era donar dinero, ganado, propiedades y esclavos, no sólo
para servicios sino como tropa. Era parte de una costumbre, los pardos y
morenos ya habían sido empleados como carne de cañón desde tiempos de la
colonia, por lo que era una vieja práctica manumitirlos para que ingresaran al
ejército o como premio por los servicios prestados en combate.
Los hombres oscuros incorporados a las tropas revolucionarias, tuvieron también
un destino oscuro, en la discriminación y el olvido. Lejos de ser, un grupo
minoritario dentro de las fuerzas beligerantes, constituyeron por momentos la
cuarta parte del total del ejército y su actuación fue heroica.
Pocos
historiadores registraron la heroicidad de estos hombres olvidados y rescataron
los nombres de los escasos soldados que pudieron acceder a rangos militares de
importancia como los coroneles Lorenzo Barcala, Domingo Sosa y José María
Morales.