Hoy día, cuando las malas noticias se acumulan, se hace imprescindible aplicar la fuerza embellecedora y encubridora del lenguaje político.
Pero lo cierto es lo opuesto.
Pero lo cierto es lo opuesto.
El lenguaje
Para K. Marx y F.
Engels, los teóricos del socialismo, el
lenguaje es la conciencia real, práctica, existente también para otros seres
humanos, la realidad inmediata del pensamiento.1 Surgió del trabajo y para
ponerse de acuerdo en él.
1 La ideología alemana, La Habana , . 1966. p. 30 .
El lenguaje permite la comunicación
social y, con ella, la realización lingüística de las relaciones sociales. La palabra es un regulador importante de
los procesos psíquicos del comportamiento.
El lenguaje sirve para la formulación de enunciados
comunicativos. Es expresión, llamamiento y orientación (K. Bühler).
Transmite una situación o una
intención del comunicador, influye en el receptor y comunica algo sobre estados
de cosas y relaciones. Más allá de las funciones que le atribuye K. Bühler
(expresión, actuación y orientación), la palabra desempeña una doble función: como representación y como
regulación.
Si bien es el trabajo el que
modifica las condiciones sociales, el lenguaje es el instrumento utilizado para
acelerar o frenar el cambio de esas condiciones.
A través de la comunicación, del
intercambio de informaciones, los seres humanos toman conciencia de sus
experiencias, que contrastan con otros al expresarlas.
La primera toma de conciencia se efectúa en el pronunciamiento
del mundo, como decía Paulo Freire.
Así, por ejemplo, cuando las
experiencias son dolorosas o insatisfactorias y se expresan, el dolor, la
insatisfacción, puede pasar de la resignación a la provocación, a la exigencia
de eliminar la causa del sufrimiento. La
comunicación es necesaria para la verificación del conocimiento y el acuerdo en
la modificación de las condiciones sociales. En este sentido, la fuerza de
convicción de las palabras reside en su concordancia con la realidad.
El lenguaje le da forma al mundo.
La palabra es el primer ejercicio del poder (in principium
verbum erat)
Pero, como es bien sabido, el
lenguaje permite también frases y razonamientos contradictorios o absurdos.
Consciente de su poder creador, Pablo decía a sus discípulos “sed hacedores de la palabra, y no solamente
oidores, engañándoos a vosotros mismos”4
2 Cf. Albrecht, Erhard:
Weltanschaung, Methologie, Sprache, Berlín 1979, p. 53.
3 Cf. Mosca, Stefanía. “La palabra sana o mata”, La Jiribilla , febrero 2006.
Véase también Klaus, Georg: Die Macht des Wortes, Berlín 1972.
4 Epístola universal a Santiago, 1, 22.
Aunque en esa misma epístola decía también que “la lengua es fuego, un mundo de maldad” (3, 6).
Las palabras pueden emplearse también para ocultar la realidad.
Ya en otro lugar decíamos que el principal instrumento de
manipulación es el lenguaje.5
5 Cf. Romano, Vicente: La formación de la mentalidad
sumisa, varias ediciones.
Talleyrand decía que el lenguaje está para ocultar los
pensamientos del diplomático.
La intoxicación lingüística tiene sus causas políticas y
económicas.
En la actualidad, el empleo encubridor del lenguaje no hace sino
aumentar. El estado de bienestar está en crisis y cambia radicalmente su
naturaleza.
Con ella cambia igualmente el lenguaje político.
Se requiere un verdadero tour de
force lingüístico para calificar de moderación o contención el genocidio del
pueblo palestino a manos del ejército sionista de Israel, o de liberación a la
ocupación no menos genocida y bárbara de Iraq por el fascismo usamericano.
La formulación de una noticia esencialmente mala de modo que
parezca buena es lo que en política se ha llamado siempre retórica.
Hoy día, cuando las malas noticias se acumulan, se hace
imprescindible aplicar la fuerza embellecedora y encubridora del lenguaje
político.
Pero lo cierto es lo opuesto.
Si se analiza con detalle o
detenimiento, el lenguaje lo revela todo. Un buen ejemplo lo proporciona el
siguiente pasaje de Alicia en el país de las maravillas:
“’ Cuando uso una palabra”, dijo
Humpty Dumpty en un tono de voz muy superado, ‘ésta quiere decir lo que quiero
que diga, ni más ni menos.’
‘La pregunta es’ – insistió Alicia-
‘si se puede hacer que las palabras puedan decir tantas cosas diferentes.’
‘La pregunta’ dijo Humpty Dumpty,
‘es saber quién es el que manda … eso es todo.’”
Ahora bien, el empleo deliberado del lenguaje para la confusión
de las conciencias y la ocultación de la realidad es lo que se suele entender
por manipulación.
Como hemos dicho en otra parte, en
el contexto de la confusión y sumisión de las conciencias, la manipulación se
entiende como comunicación de los pocos orientada al dominio de los muchos.
Se manipula cuando se producen deliberadamente mensajes que no
concuerdan con la realidad social.
El uso manipulador del lenguaje es tan antiguo como el dominio
de unos seres humanos sobre otros.
Todos los dominadores, magos, religiosos, políticos, económicos,
intelectuales, etc., utilizaron las palabras para confundir, aterrorizar,
ocultar y mantener la ignorancia sobre las verdaderas relaciones de dominio y
explotación.
De ahí la necesidad de desarrollar un pensamiento crítico,
independiente.
Este principio forma también parte de la esencia de la
educación.
En el lenguaje de la educación, la economía, los medios, la
política, etc., predominan los términos utilizados deliberadamente para confundir,
para intoxicar las mentes.
Preocupados por las dimensiones que ha
adquirido el fenómeno, empiezan a publicarse trabajos que lo estudian y
denuncian.
Juan Maestre Alfonso denunció hace
tiempo la intoxicación de la información.6
6 Maestre Alfonso, Juan: , Medio ambiente y sociedad, Ed.
Ayuso, Madrid 1978, cap.. 7
No hace mucho que varios pensadores españoles se reunieron en el
círculo de Bellas Artes de Madrid para exponer su preocupación por las trampas,
mentiras y violaciones de la retórica actual del poder.7
7 El País, 10 enero 2004.
El columnista de este diario,
Eduardo Haro Teglen, teme que ya no se pueda liberar el lenguaje de esta
contaminación. “La perversión” – afirma – “se multiplica en mayor proporción que el
número de palabras que circulan. Solo el poder tiene la capacidad de dar a
las palabras su uso real, a condición de que dé a los hechos su valor real, y
no recompense a quienes los usan para crear víctimas, cárceles, pobres.”8
8 El País, 23 marzo 2004.
El uruguayo Eduardo Galeano también
ha prestado atención a este fenómeno en su libro El mundo patas arriba, o el
artículo “Las paradojas de la máquina”9
9 El Mundo, 23 abril 2002.
Pero la preocupación por el empleo intoxicador del lenguaje y su
estudio surgió con la industria del reclamo, tan necesario en el modo
capitalista de producción, y la propaganda nazi en la primera mitad del siglo
XX.
Entre los numerosos análisis
efectuados al respecto están los de Victor Kemperer, Lutz Winckler, Walter
Hagemann y George Orwell.10
10 Cf. Kemperer, Victor; The
Language of the Third Reich, London – New York 2002; Winckler. Lutz, La funcion social del
lenguaje fascista, Barcelona 1979; Hagemann, Walter: Publizistik im Dritten
reich, Hamburgo
1948: Orwell, George: “Politics and the English Language”, Horizont, abril
1946, incluído en: The Collected Essays, Journalism and Letters of G. Orwell,
vol. IV
(1945-1950), Secker & Warburg, Londres 1968, pp. 127-140.
Por otro lado, las intervenciones recientes
del imperialismo yanqui en Afganistán e Iraq, el cúmulo de mentiras propagadas
por sus dirigentes y epígonos, encabezados por el Trío de las Azores (Bush,
Blair y Aznar), para justificar la
barbarie de sus crímenes de lesa humanidad, han dado lugar a toda una
proliferación de publicaciones y análisis.
Entre ellos cabe destacar los libros
de Michael Parenti, Lila Rajiva y John Collins y Ross Glover.11
11 Parenti, M.: Más patriotas que nadie,
Hondarribia 2004; Rajiva, L.: The Language of Empire. Abu Ghraib and the American
Media, New York 2005; Collins, J. y Glover, R. (eds.): Collateral Language. A
User’s Guide to America’s New War, New York – London 2002.
En Alemania, el Institut für
Kommunikationsökologie viene analizando desde 1989, año de su fundación, los aspectos contaminantes del lenguaje. La
“Arbeitsgemeinschaft Sprachen in der
Politik e. V.”, de la
Universidad de Magdeburg, se centra concretamente en el
estudio del lenguaje político.
Por último, los lexicógrafos Enrique
Montanillo y Ma. Isabel Riesco publicaron en 1990 un análisis pormenorizado de
las incorrecciones gramaticales de políticos y periodistas en nuestro país.12
12 La perversión de la lengua, Barcelona 1990, con
Introducción de Vicente Romano.
Aspecto éste que retomó luego,
aunque con menos rigor, el sociólogo áulico Amando de Miguel en su libro La
perversión del lenguaje (Madrid 1994, 2003).
Este trabajo se inscribe en lo que
los prácticos del trepe llaman despectivamente “filosofía de la comunicación”.
Ante el uso perverso que el capitalismo y sus voceros hacen de
la lengua se requiere el desarrollo de un pensamiento esclarecedor, hoy
reprimido y marginado.
Frente a la consigna del prohibido pensar, fomento del
pensamiento crítico.
Frente a la producción mercantil de la comunicación, el valor de
cambio y la sumisión de las conciencias, producción de valores de uso, de
comunicación para la ampliación de la conciencia (Ch. Caudwell), para el
dominio del entorno, la sociedad, y el aumento de la calidad de vida para
todos.
Para eso se requieren “expertos” de la denostada teoría.
En una entrevista concedida al New York Times en el otoño de
1952 explicaba A. Einstein por qué no podía ser creadora en ciencia la persona
carente de visión del mundo y de conciencia histórica.
No basta con enseñar una especialidad, afirmaba. Así puede ser
una especie de máquina aprovechable, pero no una personalidad valiosa.
Lo que importa es percibir aquello a
lo que vale la pena aspirar. De otro modo, con su conocimiento especializado se
parece más a un perro entrenado que a una personalidad armónicamente entrenada.
El científico tiene que conocer las
motivaciones de los seres humanos, aprender a conocer sus ilusiones y sus
penas, adquirir una actitud correcta ante el prójimo y ante la comunidad.13
13 Cf.
Albrec ht, Erhard: loc. cit. p. 9 y s.
Estas valiosas cualidades se adquieren en el contacto personal,
y no sólo a través de los libros de texto y la especialización temprana. Esto
es lo que constituye esencialmente la cultura.
Entre los rasgos esenciales de una educación se cuenta el
desarrollo de una conciencia crítica en los jóvenes, un pensamiento que
conduzca a la creación de voluntad democrática.
Según esto, habría que preguntarse:
a) si la creciente especialización implica el distanciamiento de los
científicos (expertos) respecto de la filosofía; b) qué aportación hacen hoy
los científicos al desarrollo de la imagen científica del mundo.
Cómo se entienda la relación entre
cosmovisión, pensamiento y conocimiento puede facilitar la comprensión del
devenir histórico de esta relación. “Pero el pensamiento teórico” – puntualizaba
Engels – “ no es más que una cualidad innata de acuerdo con la disposición.
Esta disposición hay que desarrollarla, educarla, y para esta educación no
existe hasta ahora otro medio que el estudio de la filosofía.
El pensamiento teórico de cada
época, y también el de la nuestra, es un producto histórico que adopta forma y
contenido muy diferente en tiempos distintos.
La ciencia del pensamiento es, pues,
como cualquier otra, una ciencia histórica, la ciencia del desarrollo del
pensamiento humano.”14
14 Engels, F.: Dialéctica de la naturaleza, MEW vol. 20,
p. 330.
El lenguaje, como el terrorismo, va dirigido a los civiles y
genera miedo, ejerce violencia simbólica o psicológica.
Produce efectos más allá del significado.
Las palabras son como minúsculas dosis de venero que pueden
tragarse sin darse uno cuenta.
A primera vista parecen no tener efecto y luego, al poco tiempo,
se manifiesta la reacción tóxica.
“El hombre es tan propenso al efecto
hipnótico de los lemas como a las enfermedades contagiosas”,
decía A. Köstler.
El arma más letal es el lenguaje. Sin palabras no hay guerra.
Los grandes del nazismo, como Hitler y
Goebbels, procedentes del catolicismo, se ocuparon meticulosamente de la
vitalidad milenaria de la
Iglesia Católica. Ellos marcaron las pautas para los
fundamentalistas actuales, como Bush y la camarilla que rige hoy los destinos
del mundo desde las oficinas gubernamentales de Washington y los despachos de
sus empresas depredadoras.