Un hombre va transitando por una ruta;
ve que una mujer viene en sentido contrario. La conductora, sin razón aparente,
aminora la velocidad, baja la ventanilla y le grita:
-¡Caballo!
El hombre, sorprendido, le responde:
-¿Y vos qué sos, estúpida? ¿A quién te
creés que le gritás?
Todavía exaltado por el intercambio
verbal, sigue su camino, pero a unos 500 metros, a la salida de una curva, se
lleva puesto un caballo que estaba parado en medio de la ruta.
El auto queda destrozado, y el
conductor salva la vida por milagro.
Moraleja: es casi imposible entender a
las mujeres.