Alberto, de 82 años, y Sara, de 79, se conocen en un hogar de ancianos y se enamoran. Y deciden casarse. Una tarde salen a pasear por el barrio y pasan frente a una farmacia. Alberto propone entrar y encara al dueño.
-Buenas tardes, señor. ¿Usted es el encargado?
-Soy el farmacéutico propietario...
-Ah, perfecto entonces. Disculpe: ¿acá venden medicamentos para tratar la presión arterial, diuréticos, etc.? ¿Remedios para mejorar la circulación arterial?
-Sí, claro...
-¿Para el reuma, la escoliosis?
-Sí...
-Y dígame, ¿siempre tienen provisión de Viagra?
-Claro, todas las marcas...
-¿De remedios para problemas de memoria, artritis, osteoporosis? ¿Vitaminas, pastillas contra el insomnio, tratamiento para el Parkinson?
-Sin dudas... Una gran selección.
-Por casualidad, ¿venden sillas de ruedas, andadores?
-De todo tipo y precio, incluso las motorizada.
-Bueno; entonces regístrenos para hacer acá la lista de casamiento.