Un vendedor de una famosa bebida cola
regresa a su país después de haber estado en una de las naciones menos
desarrolladas del Medio Oriente.
Su informe no puede ser más desalentador: no
sólo no pudo vender ni una botella de la bebida sino que, además, lo expulsaron
del país en pésimos términos. Su supervisor lo interroga para entender qué
había pasado.
El vendedor explica:
-Como usted sabe, nuestro producto es
virtualmente desconocido en ese país, así que pensé que tenía una buena
oportunidad de ganar el mercado.
-¿Y qué le pasó entonces?
-El problema es que yo no hablo árabe,
así que imaginé que una serie de posters con imágenes podrían comunicar bien el
concepto de nuestro refresco.
-Hasta acá vamos bien...
-Sí; así fue que encargué tres
posters. El primero mostraba un hombre arrastrándose por el desierto, sediento,
en harapos. El segundo, el mismo hombre bebiendo uno de nuestros refrescos; el
tercero, ese mismo hombre fresco, aseado y bien vestido. Contraté paredes y
carteleras por todo el país, donde se veían los tres posters, uno al lado del
otro. No sólo no vendí nada, al otro día me escoltaron a la frontera con
custodia militar...
-Me parece todo perfecto... ¿Qué pasó?
-No me acordé que los árabes leen de
derecha a izquierda...