Un turista, durante su primera visita
a Amsterdam, se dirige a un prostíbulo.
La madama le da la bienvenida, lo hace esperar
en el vestíbulo y le envía una jovencita. Se sientan, conversan, beben un poco,
ella se acomoda sobre su falda. Él le susurra algo al oído, y ella se levanta y
sale corriendo espantada.
Al ver esto, la madama le envía una
chica más experimentada. Se sientan, conversan, se toquetean un rato, beben un
poco, él le susurra algo al oído... y la experimentada chica grita «¡No!» ...y
se va corriendo.
La madama, sorprendida, piensa que la
mejor de sus chicas, Lola, no va a negarse. Lola nunca ha dicho que no a nada.
Cuando llega se sientan, se toquetean.
Él le susurra en el oído y Lola grita, asqueada: «¡De ninguna manera!», y
después de pegarle un cachetazo se va. La madama está totalmente desconcertada.
Nunca había visto algo así en sus años
de profesión.
Y a pesar de que ella misma ya no se
dedica a atender clientes, decide ofrecerse.
Se acerca al hombre y le dice que ella
es lo mejor de la casa, que sus carnes todavía son firmes y que está disponible
para él. Se sientan, se toquetean, ella se sienta sobre su falda. Él se acerca
a ella y le susurra al oído:
- Yo sólo puedo pagar en bonos españoles...