Una señora va a la iglesia con un
planteo concreto al cura:
-Padre, tengo dos loritas, muy lindas
y simpáticas, pero lo único que saben decir es: «Hola: somos prostitutas.
¿Quieres divertirte un rato?
El cura la mira con humor, pero
entiende la preocupación de su feligresa y le propone:
-Hija, tengo un par de loros a los que
les he enseñado a rezar; tráeme tus loritas, los ponemos a todos en la misma
jaula y ellos les enseñarán a orar, y dejarán de decir eso...
La señora se retira de la iglesia,
encantada con la idea. Al otro día, le lleva sus mascotas al párroco, y ve cómo
los loros del cura están en su jaula, rezando el rosario. El religioso procede
entonces a meter las loritas a la misma jaula, y al rato éstas repiten su ya
conocido discurso:
-Hola, somos prostitutas. ¿Quieres
divertirte un rato?
Y uno de los pericos contesta:
-¡Muchachos: guarden los rosarios y
cierren los libros: después de tantos años de rezar, nuestras oraciones han
sido escuchadas!