Un día Jaimito vuelve de la escuela, y
ve que en el patio de su casa hay un gato -seguramente vagabundo- que yacía
sobre su espalda y con las piernas tiesas elevadas hacia el cielo, en ple-no
«rigor mortis». Cuando llega su padre del trabajo, le muestra el gato y le
pregunta:
-Papá, papá, ¿por qué el gato está
tirado en el piso y con las piernas apuntando al cielo? ¿Por qué tiene las
piernas apuntando al cielo, eh, eh?
El padre reflexiona un momento y
responde:
-Jaimito, es para que Dios pueda
estirarse por entre las nubes y alcanzarlo para elevarlo al Cielo, mi vida...
El chico se conforma con la
explicación. Un par de días más tarde, el padre regresa del trabajo y Jaimito
viene corriendo a su encuentro, gritando:
-¡Papá, papá, papá: mamita hoy casi se
muere!
El padre, demudado, lo mira y le
pregunta:
-¿¡Pero qué pasó, Jaimito!?
-Resulta que llegué de la escuela más
temprano, entré al dormitorio de ustedes y mamá estaba tirada sobre la cama,
con las piernas abiertas apuntando al cielo y gritando: «¡Me voy, me voy, Dios
mío, me voy»! Decí que arriba de ella estaba el verdulero, porque si no la
perdíamos...