Un muchacho va a buscar a su casa a una tremenda rubia.
La chica es bellísima, y es la segunda vez que salen. El joven sube hasta el piso 20 donde vive la chica y toca el timbre; la rubia abre, le da un beso y le dice que la espere mientras termina de arreglarse.
La chica es bellísima, y es la segunda vez que salen. El joven sube hasta el piso 20 donde vive la chica y toca el timbre; la rubia abre, le da un beso y le dice que la espere mientras termina de arreglarse.
-¿Por qué no jugás con mi perrito Bobby? Es divino...
El muchacho mira al cocker spaniel, que no para de hacerle fiestas. La chica se va al dormitorio y él, jugando con el cachorro, llega al balcón. Allí alza el perro y lo arroja al aire varias veces, hasta que erra el abrazo y el cachorro cae desde el balcón hasta la calle. Justo en ese momento regresa la rubia, ya arreglada para salir, y dice:
-¿Viste qué divino que es Bobby? ¿No te parece el perro más simpático, divertido y juguetón del mundo?
Y el muchacho atina a responder:
-No sé, no sé... A mí me pareció bastante deprimido...