Resulta que una mujer se encontraba muy molesta por la falta de energía de su marido, en especial por las noches y en la cama. Y no era porque el hombre tuviera algún tipo de relación extra-matrimonial sino, simplemente, porque, como ella decía, era «medio tonto».
Un día, para sorprenderla, no tuvo mejor idea que comprarse un par de zapatos nuevos, lustrosos, bien caros. Llegó a su casa con ps mocasines puestos pero la mujer ni noticia. «No importa —se dijo—. En el dormitorio se va a dar cuenta.» Después de cenar, la mujer fue primero a la habitación y se metió en la cama a leer. Segundos después apareció él, totalmente desnudo y con los zapatos puestos.
Entonces le dice a la mujer:
— ¿Y? ¿No notas nada raro?
— No —dice ella después de mirarlo sorprendida por la osadía de su marido.
- ¿Por qué no miras hacia donde apunta mi pene y te vas a dar cuenta?
La mujer mira hacia abajo, casi desinteresada, observa los zapatos nuevos y le contesta:
- La próxima vez por qué no te compras un sombrero...