Todos contra Castelli
ANIVERSARIO DE UNA BATALLA DONDE LOS QUE HOY TIENEN CALLES...TRAICIONARON !!!
¿Cómo y por qué eran derrotadas nuestras tropas en las
batallas por la independencia?
La historiografía escolar da por sentado que cuando eso
sucedía era por la superioridad en armamento y número del enemigo. Sin embargo,
no siempre fue así.
Los sucesos del 5 y 6 de abril de 1811 en Buenos Aires tendrán
decisiva influencia en la derrota de Huaqui.
Las noticias, tendenciosamente, aseguraban que Saavedra y
el deán Funes trabajaban para la Infanta Carlota y por eso habían desterrado a los
cuatro vocales afines a la Sociedad Patriótica y desarmado el regimiento de
French.
Los oficiales morenistas se presentaron ante Castelli
preguntando: "¿Cómo se trataba así a los hombres que habían dado los
primeros pasos de nuestra felicidad?".
Castelli, contrario a
la pueblada, les prometió traer en honores a los castigados al Alto Perú, y también
les confió que después de derrotar al jefe realista Goyeneche, el ejército
patriota bajaría a Buenos Aires a reponer a los desalojados por Campana del
gobierno.
Dando credibilidad a
los chismes, Viamonte, comandante en jefe, pese a ser amigo de Saavedra, le
escribió el 10 de mayo para "que no
se cuente con el Ejército del Perú si las ideas del gobierno son aquéllas (el
carlotismo)", quejándose de la separación de los cuatro vocales.
Saavedra le contestará dolorido y airado: "Mienten
quienes digan que en las tropas oficiales y habitantes de esta capital hay
partido por la Carlota
ni se quiere tener Rey (...) ¿Ha creído usted que el señor Vieytes, Azcuénaga y
Larrea tienen más interés que nosotros por la causa de la libertad? ¿Qué
pruebas han dado para este juicio de preferencia?
¿Larrea no fue uno de los corifeos del 19 de enero de 1809?
¿Vieytes no estuvo también complicado en esta célebre causa, o al menos no fue
uno de los censores de nuestras operaciones aquel día? ¡Azcuénaga! ¿Qué ha
hecho toda su vida con respecto a nuestra libertad?
¡Peña! Hablemos claro y desprendidos de toda pasión. ¿Dónde
estaba? ¿Ha hecho más acto público que permitir en su casa la reunión del 25 de
mayo y prestarnos 4.500 pesos para socorrer a nuestros soldados acuartelados?
Lo primero, señor, bayonetas le aseguraban de toda tropelía, y lo segundo
aunque digno de agradecimiento ¿es una prueba decisiva para preferirlo a todos
los habitantes de Buenos Aires? (...) Mi amigo ¿hay cabeza para creer de buena
fe que todos los individuos del gobierno, todos los jefes y oficiales de los
cuerpos excepto el de French y algunos oficiales conocidos por lo pestilente de
sus vicios, y más de 4.000 personas que en la noche del citado 5 de abril se
juntaron en la plaza y causaron la feliz mutación de cosas, tienen menos
interés en la causa que los cuatro arriba mencionados?".
En sus Memorias testimoniará Dámaso Uriburu, un
contemporáneo de los hechos, acerca de una batalla que debió ganarse pero que
por razones de la política del momento nunca pudo haberse ganado: "Antes de expirar el tiempo de
su duración (del armisticio) y sin que se denunciara el rompimiento de las
hostilidades, el ejército español pasó este río (el Desaguadero) el día 20 de
junio, y atacó súbitamente los puestos del ejército expedicionario de Buenos
Aires, que todos fueron sucesivamente arrollados, acusando una derrota completa
y general en este ejército, que se dispersó enteramente en aquella memorable
jornada. Todos los partes, relaciones y detalles de ella que circularon en
aquel tiempo comprueban que el ejército expedicionario de Buenos Aires tuvo muy
mal situadas sus divisiones, que, o no pudieron recíprocamente auxiliarse en la
batalla, siendo atacados sucesivamente por superiores fuerzas enemigas, o por
un efecto de la indisciplina que reinaba en este ejército los jefes no
quisieron ayudarse mutuamente en la pelea.
El cuartel general que existía en el
punto de Huaqui fue atacado en persona por el general Goyeneche y derrotado sin
mayor resistencia, ínterin que la división que mandaba el coronel Viamonte
estaba con el arma al brazo sin moverse de su puesto, y sin auxiliar este punto
ni el que bizarramente defendió el coronel don Eustaquio Díaz Vélez, que en
esta batalla, como en otras muchas, distinguió por un valor e intrepidez que ya
rayaba en temeridad".
Ignacio Núñez, por su
parte, escribe en sus Noticias históricas: "El general Balcarce no contaba
al anochecer sino con pérdida de quinientos hombres entre muertos, heridos,
prisioneros y dispersos; tampoco lo había preocupado la conducta del mayor
general Viamonte y del jefe de los cochabambinos, los cuerpos imitando su noble
ejemplo se mantenían firmes en la línea y de ningún modo desfallecidos por el
contraste del día, contribuyendo a fortificarlos mayormente la falta de
resolución que notaban en los españoles.
El general aún se propuso sacar un
gran partido de este conflicto: todas sus disposiciones tendían a prepararse en
la noche para amanecer al día siguiente rompiendo el fuego sobre los
enemigos, cuando repentinamente se
encontró asaltado con repetidos avisos "de que los cuerpos del ejército se
desbandaban en diferentes direcciones, sin que se supiese la causa ni los
oficiales pudiesen contenerlos; no había acabado de volver de su sorpresa
cuando el mismo general se encontró arrebatado por el torrente; cada uno tomó
el rumbo que pudo, aterrado con el suceso y la oscuridad de la noche, sin que
entretanto se oyese un sólo tiro, ni se sintiese el menor movimiento que
indicase la aproximación del ejército enemigo; y cosa bien singular, sólo el
mayor general Viamonte amaneció en el campo en que había anochecido el ejército
y pudo retirarse libremente a La
Paz reunido y a la vista de los enemigos, con más de
trescientos hombres".
¿Qué había sucedido? Se trataba de impedir la promesa de
Castelli, una vez derrotados los realistas, bajar a Buenos Aires con sus tropas
para derribar a Saavedra y a Campana.
Estos tenían la simpatía de Viamonte, evidentemente
convencido por las argumentaciones epistolares de don Cornelio, lo que
explicaría su deslucido y sospechable desempeño en el combate y su
responsabilidad en la derrota.
Para empeorar aun más
las cosas, la división de Cochabamba al mando de Francisco Rivero se retiró
intacta, sin entrar en combate, lo que halló explicación cuando unos días
después, su jefe, con no pocos oficiales y soldados, se pasó al ejército
español incorporándose con el grado y el salario de coronel.
El resultado final fue, inevitablemente, una derrota
completa, que proporcionó a los españoles un espléndido triunfo, casi sin
efusión de sangre, que difícilmente hubieran logrado de no haber sido por los
conflictos políticos en las filas patriotas, empeorados por motivos
estrictamente personales del orden de la envidia, el rencor o el amor propio.
Esto debe enseñarse a nuestros niños y a nuestros jóvenes
pues la ejemplaridad debe ser también en lo negativo. La posibilidad de acceder
al conocimiento de la historia verdadera, con sus luces pero también con sus
sombras, les servirá para comprender mejor los sucesos del presente y quizás, ojala,
para prevenir y evitar otras derrotas en Huaqui, es decir los infortunios
nacionales cuya razón fundamental es la irresponsable ineficiencia de nuestros
dirigentes públicos y privados.
"Lo principal y
más saludable en el conocimiento de la historia es poner ante tu vista
enseñanzas sobre lo que debes hacer y lo que debes evitar en provecho tuyo y de
la República "
(Tito Livio). (108, 115, 158).
Fuente: Mario Pacho O'Donnel. Los Héroes Malditos.