Un emperador japonés llama a concurso para el puesto de samurái en jefe.
En el «short list» para el cargo quedan tres inscriptos: un japonés, un chino y un judío.
El emperador anuncia que la prueba final será de destreza con la espada.
El japonés abre una cajita, sale una mosca y ¡swoosh!, la parte por la mitad de un mandoble.
El chino abre otra cajita, sale un mosquito y da dos golpes en el aire con el arma; el insecto cae al piso partido en cuatro. Finalmente, le toca el turno al samurái judío.
El hombre abre una cajita y sale una avispa; el concursante lanza un solo mandoble al aire y el bicho sigue volando, sólo que su zumbido ahora se asemeja al llanto.
El emperador no oculta su disgusto con el tercer participante:
En el «short list» para el cargo quedan tres inscriptos: un japonés, un chino y un judío.
El emperador anuncia que la prueba final será de destreza con la espada.
El japonés abre una cajita, sale una mosca y ¡swoosh!, la parte por la mitad de un mandoble.
El chino abre otra cajita, sale un mosquito y da dos golpes en el aire con el arma; el insecto cae al piso partido en cuatro. Finalmente, le toca el turno al samurái judío.
El hombre abre una cajita y sale una avispa; el concursante lanza un solo mandoble al aire y el bicho sigue volando, sólo que su zumbido ahora se asemeja al llanto.
El emperador no oculta su disgusto con el tercer participante:
-¿Eso es lo mejor que podés hacer con una espada?
- Sí, ¿por qué?
-Porque el insecto sigue vivo y volando...
-¿Y cuándo viste que alguien muera de circuncisión?