¿Hasta cuándo?
Reflexión que hoy cobra vigencia, del escritor
uruguayo Eduardo Galeano, escrito en el verano de 2006 cuando se estaban
produciendo los ataques de Israel, y las matanzas en Líbano y Palestina.
"Un país bombardea dos países. La impunidad podría resultar
asombrosa si no fuera costumbre. Algunas tímidas protestas dicen que hubo
errores. ¿Hasta cuándo los horrores se
seguirán llamando errores?
Esta carnicería de civiles se desató a partir del secuestro de
un soldado. ¿Hasta cuándo el secuestro
de un soldado israelí podrá justificar el secuestro de la soberanía palestina?
¿Hasta cuándo el secuestro de dos soldados israelíes podrá justificar el
secuestro del Líbano entero?
La cacería de judíos fue, durante siglos, el deporte preferido
de los europeos. En Auschwitz desembocó un antiguo río de espantos, que había
atravesado toda Europa. ¿Hasta cuándo
seguirán los palestinos y otros árabes pagando crímenes que no cometieron?
Hezbollá no existía cuando Israel arrasó el Líbano en sus
invasiones anteriores. ¿Hasta cuándo nos
seguiremos creyendo el cuento del agresor agredido, que practica el terrorismo
porque tiene derecho a defenderse del terrorismo?
Iraq, Afganistán, Palestina, Líbano… ¿Hasta cuándo se podrá
seguir exterminando países impunemente? Las torturas de Abu Ghraib, que han
despertado cierto malestar universal, no tienen nada de nuevo para nosotros,
los latinoamericanos. Nuestros militares aprendieron esas técnicas de
interrogatorio en la Escuela
de las Américas, que ahora perdió el nombre pero no las mañas.
¿Hasta cuándo
seguiremos aceptando que la tortura se siga legitimando, como hizo la Corte Suprema de
Israel, en nombre de la legítima defensa de la patria?
Israel ha desoído cuarenta y seis recomendaciones de la Asamblea General
y de otros organismos de las Naciones Unidas. ¿Hasta cuándo el gobierno israelí
seguirá ejerciendo el privilegio de ser sordo?
Las Naciones Unidas recomiendan pero no deciden. Cuando deciden,
la Casa Blanca
impide que decidan, porque tiene derecho de veto. La Casa Blanca ha vetado,
en el Consejo de Seguridad, cuarenta resoluciones que condenaban a Israel.
¿Hasta cuándo las
Naciones Unidas seguirán actuando como si fueran otro nombre de los EE.UU.?
Desde que los palestinos fueron desalojados de sus casas y
despojados de sus tierras, mucha sangre ha corrido. ¿Hasta cuándo seguirá corriendo la sangre para que la fuerza
justifique lo que el derecho niega?
La historia se repite, día tras día, año tras año, y un israelí
muere por cada diez árabes que mueren.
¿Hasta cuándo seguirá valiendo diez veces más la vida de cada israelí?
En proporción a la población, los cincuenta mil civiles, en su
mayoría mujeres y niños, muertos en Iraq, equivalen a ochocientos mil
estadounidenses.
¿Hasta cuándo
seguiremos aceptando, como si fuera costumbre, la matanza de iraquíes, en una
guerra ciega que ha olvidado sus pretextos?
¿Hasta cuándo seguirá siendo normal que los
vivos y los muertos sean de primera, segunda, tercera o cuarta categoría?
Irán está desarrollando la energía nuclear. ¿Hasta cuándo seguiremos creyendo que eso basta para probar que un país
es un peligro para la humanidad?
A la llamada comunidad internacional no la angustia para nada el
hecho de que Israel tenga doscientas cincuenta bombas atómicas, aunque es un
país que vive al borde de un ataque de nervios.
¿Quién maneja el
peligrosímetro universal?
¿Habrá sido Irán el
país que arrojó las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki?
En la era de la globalización, el derecho de presión puede más
que el derecho de expresión. Para justificar la ilegal ocupación de tierras
palestinas, la guerra se llama paz. Los israelíes son patriotas y los
palestinos son terroristas, y los terroristas siembran la alarma universal. ¿Hasta cuándo los medios de comunicación
seguirán siendo miedos de comunicación?
Esta matanza de ahora, que no es la primera ni será, me temo, la
última, ¿ocurre en silencio? ¿Está mudo
el mundo? ¿Hasta cuándo seguirán sonando en campana de palo las voces de la
indignación?
Estos bombardeos matan niños: más de un tercio de las víctimas,
no menos de la mitad. Quienes se atreven a denunciarlo son acusados de
antisemitismo.
¿Hasta cuándo
seguiremos siendo antisemitas los críticos de los crímenes del terrorismo de
estado? ¿Hasta cuándo aceptaremos esa extorsión? ¿Son antisemitas los judíos
horrorizados por lo que se hace en su nombre? ¿Son antisemitas los árabes, tan
semitas como los judíos? ¿Acaso no hay voces árabes que defienden la patria
palestina y repudian el manicomio fundamentalista?
Los terroristas se parecen entre sí: los terroristas de estado,
respetables hombres de gobierno, y los terroristas privados, que son locos
sueltos o locos organizados desde los tiempos de la guerra fría contra el
totalitarismo comunista. Y todos actúan en nombre de Dios, así se llame Dios o
Alá o Jehová.
¿Hasta cuándo
seguiremos ignorando que todos los terrorismos desprecian la vida humana y que
todos se alimentan mutuamente? ¿No es evidente que en esta guerra entre Israel
y Hezbollá son civiles, libaneses, palestinos, israelíes, quienes ponen los
muertos?
¿No es evidente que las
guerras de Afganistán y de Iraq y las invasiones de Gaza y del Líbano son
incubadoras del odio, que fabrican fanáticos en serie?
Somos la única especie animal especializada en el exterminio
mutuo. Destinamos dos mil quinientos millones de dólares, cada día, a los
gastos militares. La miseria y la guerra son hijas del mismo papá: como algunos
dioses crueles, come a los vivos y a los muertos.
¿Hasta cuándo
seguiremos aceptando que este mundo enamorado de la muerte es nuestro único
mundo posible?"