Lección de Lugo
Por: Luis Bilbao
Identificar y golpear sobre el eslabón más débil es una conducta elemental en cualquier combate. Eso hizo el Departamento de Estado estadounidense con el golpe en Paraguay.
La reunión de la OEA en Bolivia, las decisiones de los ministros de Defensa de Unasur en la propia capital paraguaya pocos días antes, todo en el marco de la creciente crisis capitalista y la probada incapacidad de la Casa Blanca para hegemonizar a las restantes potencias imperialistas en la reunión del G-20, son otras tantas razones inmediatas para explicar la urgencia de Washington por afirmar los talones y ensayar un contraataque.
Entre esas razones destaca una: el 11 de mayo Hugo Chávez inscribió su candidatura presidencial ante el Consejo Nacional Electoral.
La marcha hasta el lugar de la ceremonia y el acto posterior transformaron en hilo de humo la formidable y costosísima campaña de alcance mundial que en meses, semanas y días anteriores aseguraban que Chávez muere en dos meses, que se movía en silla de rueda y se mantenía en pie con dosis elevadísimas de una droga más potente y dañina que la morfina. Todo esto se vio, oyó y leyó, ad nauseam, en la parafernalia mediática universal. Y se esfumó a la simple vista del aspecto del comandante, quien cantó, bailó y expuso ideas, coherentes, enérgicas y cortantes, como de costumbre, en un discurso sin declinaciones durante tres horas y media, ante una inabarcable multitud, por cadena nacional y con Telesur para llegar al mundo.
De modo que, hasta nuevo aviso, esa discusión está terminada: Chávez ganará las elecciones el 7 de octubre. Cinco consultoras -tres de ellas opositoras- indican que lo hará con una diferencia mínima de 20 puntos, con alta probabilidad de que esa distancia supere el 30%.
Así las cosas, la Revolución Bolivariana continuará ejerciendo el papel de engranaje motor de un complejo y extendido mecanismo que se prolonga en el Alba, Unasur y Celac, para proyectarse por sí y como conjunto sobre grandes actores del escenario mundial y adquirir categoría de factor eficiente en medio de la crisis mundial.
En el discurso aludido Chávez ratificó la línea esencial de marcha: el socialismo es la única respuesta positiva posible al evidente colapso global del capitalismo. Precisamente porque los pronósticos de todo signo coinciden en afirmar que la crisis se agravará inexorablemente y caerá como tromba sobre los desposeídos, la palabra de Chávez, avalada por una enésima victoria electoral que con toda certeza será mayor que las anteriores, tiene un poder temible y creciente en medio del vendaval.
Ésa es la razón por la cual la CIA detonó una operación largamente preparada. Desde luego hay razones conexas (Monsanto no se limita a reuniones con presidentes en los intervalos del G-20). Pero el golpe en Paraguay no es sólo ni principalmente por Paraguay. Es porque allí encontró el Departamento de Estado el lugar apropiado para hacer una operación limpia y rápida, con el objetivo de afectar a Unasur, debilitar el Alba y abrir brechas en la fortaleza venezolana. Es un golpe a la marcha de la revolución latinoamericana. La incógnita a despejar es por qué Paraguay era el eslabón débil.
No se trata ahora de criticar a Fernando Lugo. Sería demasiado fácil. Y por completo falso. Paraguay reinició su marcha en condiciones por demás desfavorables, resultantes de una historia en la que los imperios le hicieron pagar caro su osadía del siglo XIX, combinada con el punto más bajo en conciencia, organización y capacidad política efectiva de las fuerzas revolucionarias a escala mundial. Queda claro no obstante que la conciliación con el enemigo de clase, la ambigüedad programática, la ausencia de una estrategia revolucionaria socialista, no fortalece a los gobiernos de la nueva etapa histórica que atraviesa América Latina. Todo lo contrario. Los deja inermes y abre paso al contraataque enemigo.
Allí estriba la lección de Lugo. Y debieran asimilarla sin demora los gobiernos de todo género. Los que en la región reproducen con variantes menores la política aplicada en Asunción durante los últimos cuatro años, evitando la identificación neta del enemigo, la definición de una estrategia diáfana, la organización de las masas en términos sociales y políticos tras el objetivo de una genuina revolución. Pero también quienes, en la legítima búsqueda de un frente único antimperialista, admiten subordinarse total o parcialmente a una estrategia de conciliación de clases, de confusión ideológica y desorganización para las mayorías. Así, la debilidad de un gobierno en particular se extiende al conjunto, al tiempo que ahoga a las fuerzas revolucionarias.
Hora de prueba
Se trata ahora de apoyar la resistencia del pueblo paraguayo, que ya ha dado un paso con la conformación del Frente por la Defensa de la Democracia (FDD). Nuestro respaldo a este esfuerzo. Y a todos los que emprendan los revolucionarios paraguayos para sostener la unidad social y política de las masas, a la vez que avanzar en la recomposición de sus fuerzas. El sucesor de Lugo está mal parado. No es imposible hacerlo retroceder.
Aunque no todas las voces de Unasur respondieron con la contundencia y la celeridad necesarias, es improbable que quienes sólo condenan los hechos por hipocresía y necesidad política puedan evitar el aislamiento del gobierno títere de Federico Franco. El Alba ya ha definido sin rodeos la naturaleza del hecho y la línea de acción. Se verá en pocas horas si Unasur logra repetir momentos elevados de su breve historia y articula un plan capaz de recuperar el terreno ganado por Washington.
En todo caso, los esfuerzos para revertir el golpe recibido en Paraguay no deben ocultar que, roto el eslabón más débil, el Departamento de Estado tratará de avanzar por el mismo camino. Ése es el significado del continuado desgaste al que se somete mediante fondos, agencias y agentes imperiales al gobierno de Evo Morales, ahora con un prefabricado -aunque no por ello menos peligroso- motín policial. Ése es el significado de la campaña mundial contra Rafael Correa. Ése es el significado de los pasos dados por la oposición teledirigida en Venezuela, que avanza en zig zag pero sin pausa en la intención de desconocer al Consejo Nacional Electoral, para denunciar fraude, camuflar la derrota letal que viene el 7 de octubre e intentar romper el cuadro institucional de la Revolución Bolivariana.
A todos concierne asumir la concluyente lección de Lugo.