Una calurosa tarde de verano el comisario del pueblo sale a patrullar la zona; en el camino que lleva a la ruta ve el auto del cura del lugar, zigzagueando peligrosamente. Acelera, lo pasa y le indica que pare en la banquina.
El curita obedece; el comisario se baja y le dice:
El curita obedece; el comisario se baja y le dice:
- ¿Qué anda haciendo por acá, padre?
- Voy a visitar a la familia González, a su chacra.
- Pero está manejando raro, padre...
- ¿Te parece, hijo mío?
En ese momento, el policía ve una botella opaca en el asiento del acompañante.
- ¿Y esa botella, padre?
- ¿Eso? Es agua, hijo... Hace calor, como ves; es para mantenerme hidratado en estos días tan calurosos...
El policía, desconfiado, le pide que se la alcance. La abre, la huele y dice:
- Pero esto es vino, padre, no agua...
Y el cura responde:
- ¿¡En serio!? ¡Milagro, milagro: nuestro Señor Jesús Cristo lo ha hecho de nuevo!