Un empresario terminó de trabajar, y se va a un «after office» de los que han proliferado en el centro porteño.
Se sienta a la barra, pide una cerveza y ve entrar a una colega con la que había tenido un cruce poco antes.
La mujer, bellísima y elegante, mira alrededor y comprueba que el único lugar disponible es junto a su rival.
Se sienta, y el empresario decide tratar de hacer las paces.
Pero en cuanto ensaya un saludo, la mujer grita a todo pulmón:
Se sienta a la barra, pide una cerveza y ve entrar a una colega con la que había tenido un cruce poco antes.
La mujer, bellísima y elegante, mira alrededor y comprueba que el único lugar disponible es junto a su rival.
Se sienta, y el empresario decide tratar de hacer las paces.
Pero en cuanto ensaya un saludo, la mujer grita a todo pulmón:
-¡¿Pero por quién me tomaste, nabo, pedazo de pervertido!?
Sorprendido por la reacción, el hombre -que además percibe que todo el bar se dio vuelta para mirar qué pasa- baja la cabeza y se concentra en el que -piensa- será el último trago de su vida en ese local.
Después de un rato, la mujer se le acerca y le dice:
Después de un rato, la mujer se le acerca y le dice:
-Disculpame, hagamos las paces; estuve mal...
Y el empresario responde a todo pulmón:
-¡¿3.000 pesos por toda la noche!? ¿Trola de mierda, te volviste loca?