EL USO "MILITAR" DEL LENGUAJE
La violencia salvaje, típica del
poder totalitario, deja su impronta en el lenguaje de los militares yanquis.
Así, el general de los marines John Sattler afirma que la ofensiva contra
Faluya “ha partido los riñones a los
insurrectos”, expresión que ya pronunció Mussolini a propósito de
Grecia.119
119 Cf. Giacché, Vladimiro: “Totalitarismo, triste
historia de un no-concepto”, Rebelión, 24-2-2006.
He aquí algunos nombres dados a sus operaciones militares:
“Tormenta del desierto”, durante la
cual enterraron vivos a 300.000 soldados iraquíes en la primera Guerra del
Golfo. “Cortina de acero”, operación militar durante la segunda semana de noviembre
de 2005, para sellar la frontera con Siria y destruir los pueblos y aldeas de
la misma, paráfrasis del “telón de hierro” empleada por Churchill tras la II Guerra Mundial.
Sus bases llevan nombres como “Campo Asesino”, “Campo de los Cazadores de
Cabezas”,”Base de Operaciones Avanzadas Dragón de Acero”, “Operación
Relámpago”, “Operación Matador”, “Brigada del Lobo”, “Escuadrones de la Muerte ”, etc.
“Conmoción
y pavor” es el nombre que los estrategas del Pentágono y sus expertos en
guerra psicológica dieron a su campaña de bombardeos sobre Iraq.120
120 Cf. Romano, Vicente: Estampas, Barcelona 2004, p.
74-75.
Se trata de una frase destinada a
colocar al enemigo en estado de desamparo y terror, privarlo de todo lo que
posibilita la existencia humana, agua transporte, energía, alimentos,
comunicación, etc., y bombardearlo tanto que rompa cualquier resistencia.
Su intención: lanzar durante las
primeras 48 horas de la segunda Guerra del Golfo tantas bombas como se tiraron
durante toda la primera. A pesar de todo, fue un fracaso.
Lo que esta campaña no
pudo prever (o tal vez también estaba programado) fueron los saqueos de los
bancos, almacenes, tiendas, embajadas, hospitales, escuelas, universidades,
museos. Lo único que preservaron con éxito fuel el Ministerio del Petróleo.
Lo perverso es que la oficina de patentes usamericana recibió,
cuando los combates estaban en su apogeo, 15 peticiones para registrar la frase
“Shock and awe” (conmoción y pavor) como marca registrada para: productos de
efectos destructores impresionantes, un juego bélico electrónico, una marca de
guantes de boxeo, un fabricante de fuegos artificiales y otro de pesticidas.121
121 Cf. Zeitschrift für
Kommunikationsökologie und Medienethik, , 2/2005, p. 24
La industria de juguetes puso en el
mercado para la Navidad
de 2003 productos con el nombre de “Batalla de tanques en el desierto”,
“Combate casa por casa en Bagdad”, etc. La cuestión de cómo se compaginan estos
juguetes bélicos con el mensaje navideño de “Paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad”, con la demostrada devoción metodista de G. W. Bush, se queda
en mera retórica.
El colmo de esta perversión lo manifiesta el Pentágono cuando
califica de “acto de guerra” el hecho de que tres de los encarcelados de
Guantánamo se suiciden al no poder aguantar las torturas a los que llevan
sometidos desde hace varios años, o el sarcasmo cruel de los sionistas de
Israel cuando descargan los obuses de su aviación contra unos niños palestinos
que juegan en su trocito de playa y lo justifican con loa falacia de que el
obús asesino no era suyo. ¿Quién lo puso entonces en el avión y quién apretó el
gatillo?
Preocupados, tal vez, por el rechazado que estas denominaciones
puedan provocar, se rebautizan a “Campo
Redención” (Abu Ghraib) que tanto recuerda al “Arbeit macht frei” (El trabajo os hace libres) que se colocaba a la
entrada de los campos de concentración nazis; “Campo Justicia”, en la isla de
Diego García; o “Campo Rayos X” para el de Guantánamo.
Las maniobras que la flota usamericana lleva a cabo en el Caribe
a mediados de mayo de 2006, tan reminiscente de la “política de las cañoneras”,
con un portaviones nuclear y 6.500 efectivos las denominan “Confraternidad de las Américas”.
A ellas se suman pocos días después
otros 4.000 efectivos militares de la
OTAN con el bonito lema de “Enjoy Caribean Lion 2006” (Goza el león caribeño 2006).
El lenguaje militar penetra todas las acciones y programas
gubernamentales.
La expresión guerra a… se ha convertido en un comodín de las
campañas políticas, sobre todo en época de elecciones.
Richard Nixon, el Tricky Diky del
Watergate que tuvo que dimitir por tramposo, empezó con su guerra a las drogas.
Se ha seguido luego con la guerra a la pobreza, además de la
guerra al terrorismo. Pero lo cierto es que todas ellas han fracasado. El
narcotráfico ha aumentado, desde Afganistán a Colombia. La pobreza se enseñorea
de continentes enteros, y afecta cada vez más a los mismos EEUU.
Las guerras a….. constituyen un juego peligroso. No dejan de ser una simple quimera
destinada a distraer la atención, en el mejor de los casos.
La guerra a …. es, en realidad, una
guerra contra los desposeídos, sobre todo los no blancos, contra la pobreza de
la peor especie, matar a los pobres para sostener la riqueza de los pocos
ricos.
Ya a principios de la década de 1970 decían los “sabios” del Pentágono que sobraban mil
millones de seres humanos.
La única guerra a la
pobreza consiste en cambiar las condiciones que la crean, cambiar el modo de
vida, de despilfarro, de pensar, de distribuir la riqueza. Todo esto se opone a
la guerra.
Puede decirse que la economía mundial, organizada según las
necesidades del gran capital, es el último productor de terror para poblaciones
enteras a lo largo y ancho del planeta.
¿Hay algo más aterrador que el hambre y la desesperanza?
Puede llegar el día en que el odio
contra la matonería USA crezca hasta el punto de que la guerra a… se convierta
en una Guerra Mundial.
El lenguaje de la guerra a… invoca el patriotismo y los
intereses nacionales. Cuando se está en guerra, toda crítica al gobierno se
convierte en un acto antipatriótico que debe castigarse de modo
correspondiente. Por eso la
guerra al terrorismo se ha traducido, con la Ley Patriótica , y
otras relativas a la vigilancia de la población, en pérdida de libertades y
derechos fundamentales.
Y suele ocurrir que quienes más claman en favor de la guerra son
los primeros en eludir el servicio militar. G. W Bush y su elenco de ministros
y principales colaboradores, Karl Rove, Richard Perle, John Ashcroft, Elliot
Abrams, etc. evadieron el reclutamiento cuando era obligatorio en su país.
Los hijos de los ricos no se alistan en el ejército, evaden el
servicio militar. El grueso de los soldados que mueren por la patria son los
pobres que ven en el ejército una manera de acceder a un oficio o a la propia
nacionalidad. Pero son los ricos los que hablan de cobardía, de halcones y
gallinas.
Por otro lado, el patriotismo guarda relación directa con el
número de hectáreas de patria que se posean y la cantidad de impuestos que se
evadan.
Los plutócratas se cuentan entre los principales estimuladores
del patriotismo.
Propugnan una patria sana, pero recortan los servicios
sanitarios.
Hablan de libre comercio, pero mantienen el bloqueo comercial y
financiero de Cuba.
Enviaban a los soldados a luchar contra los nazis, pero las
grandes corporaciones como DU Pont, Ford, General Motors, Texaco, IBM, Union
Carbide, Coca Cola, General Electric, etc., hacían sustanciosos negocios con el
Tercer Reich.
Hasta el presidente Roosvelt ordenó que no se bombardeasen las
propiedades de estas empresas en Alemania.
Terminada la guerra recibieron muchos millones por las pérdidas
sufridas. Pero ningún directivo sufrió condena alguna por haber colaborado en
los crímenes de guerra (mientras se condena a quienes envían dinero o
medicamentos a sus familiares en Cuba o a las empresas que comercian con ella).
Si esto es patriotismo, ¿qué es traición?, se pregunta M. Parenti.122
122 Cf. Parenti, Michael. Más patriotas que nadie,
Hondarribia (Guipúzcoa) 2004, p. 115.
Como dice M. Parenti, no hay “estado canalla”, “eje del mal”,
“país comunista” o “terrorista” que ostente semejante record de agresiones
criminales contra otros pueblos.
En contraste, han apoyado y apoyan a todas las dictaduras
clientelares como las de Franco, Somoza, Pinochet Mobutu, Marcos, el sha,
Fujmori, el apartheid, Arabia Saudí, Nigeria, etc., etc.
A fin de conservar esta ejemplar clientela, estos paladines de
la “freedom and democracy” mantienen medio millón de soldados en 395 bases
principales y cientos de instalaciones menores en 120 países, 8.000 armas
nucleares estratégicas, 22.0000 tácticas, una armada y un presupuesto militar
mayor que el resto de países juntos, el 80% del gasto militar en el mundo.
Esta misma maquinaria de destrucción y opresión, interior y
exterior, se mantiene con un inmenso endeudamiento, también superior al del
resto del mundo.
Se invoca el patriotismo para contraer deudas. Así se fomenta la
economía, nos dicen.
Cuando el gobierno de los EEUU quiere hacer una guerra se va,
como el resto de gobiernos capitalistas, a los comerciantes privados. Estos
producen el equipamiento de los soldados, todo tipo de armas, vehículos,
aviones, barcos, etc., mediante el trabajo humano asalariado, y luego se lo venden
al gobierno.
El objetivo de los comerciantes es hacer dinero.
El dinero de los trabajadores se transforma al final en el
consumo de los propietarios, en propiedad privada. Así que quienes sufren la
guerra y mueren por la patria incrementan los caudales de los propietarios de
las fábricas.
A veces ocurre que el gobierno del
enemigo recurre también a los comerciantes, a los mismos fabricantes de armas.
Se tiene así que una parte de los obreros y empleados muere por las armas que
la otra parte que sobrevive tiene que seguir pagando una vez acaba la guerra.
Los intereses vitales, concepto reminiscente del Lebensraum
(espacio vital) nazi, se extienden por todo el planeta. En realidad, estos
intereses vitales o nacionales no son los de otros pueblos o naciones, ni
siquiera los del pueblo estadounidense, sino los de las grandes compañías
petroleras y gigantescos conglomerados financieros, comerciales e industriales.
Por eso, los gobiernos que representan a estas compañías
defienden sus intereses y se niegan a firmar cualquier convenio internacional
que atente contra ellos, como el protocolo de Kyoto, el de las minas
antipersonales, etc.
Eso son “daños colaterales”.
Pero todo vale en aras de la
“seguridad nacional”, poderosa metáfora que invoca el apoyo de la población
para la seguridad de las empresas privadas y los grandes consorcios que
engrosan sus beneficios gracias al clima de inseguridad creado y estimulado por
ellas.
El capitalismo, y más en su fase imperialista actual, es, por su
esencia, un sistema generador de angustias, incertidumbres, miedos. Sobre todo el miedo a perder el
trabajo, o a no encontrarlo, para hacer frente a las necesidades de una vida
digna.
Andrés Devesa lo expone
perfectamente en estos términos:
“Vivimos en el auténtico estado de excepción permanente, pues la
amenaza acecha de forma constante e invisible, en sus diferentes versiones: atentado terrorista, colapso energético,
catástrofe ecológica o pandemia mundial.
Pero, ¿qué esconden estas amenazas
espectaculares?
Lo que el espectáculo oculta es la
verdad inmisericorde de nuestra época: la absoluta falta de libertad del ser
humano, que cede cada día una parcela más de la vida a los
gestores de la miseria, a los paladines de la economía independiente del ser
humano. La visión apocalíptica es la espectacularización de lo que hoy es la
norma: la artificialización y estandarización de la vida, la supresión de lo
vivido y su sustitución por un sucedáneo que ni de lejos se parece a lo que
pretende sustituir.
El miedo a la catástrofe
espectacular oculta, por tanto, la auténtica catástrofe, la que se desarrolla
cada día de nuestras vidas, mientras en las pantallas de televisión observamos
las amenazas que sirven de velo a lo auténticamente catastrófico.”116
116 Cf. Devesa, Andrés: “Pajaritos y pajarracos”,
Rebelión, 25-3-2006
Seguridad no significa un salario que permita vivir con
dignidad, una pensión para la vejez, un plan de salud, una orden de retirada de
nuestros hijos de los campos de batalla.
Seguridad significa más armas, más policías, mucho ondear de
banderas.
La tan cacareada seguridad está incluso por
encima de las libertades individuales y los derechos humanos, esto es, más
inseguridad. Así lo reconoce un dirigente como Tony Bair, que se tiene por
socialista.117
117 Cf. El País, 25-2-2005.
Como afirma F. Aínsa, la exaltación
de la seguridad como “valor de refugio”
ha producido la multiplicación de barreras entre el espacio individual y el
colectivo.
“La sociedad contemporánea dificulta, lejos de los proyectos de
la utopía urbana clásica, el acceso al
domicilio privado a través de códigos, guardianes, interfonos que se prolongan
en calles con barreras, barrios con entradas y ciudades con fronteras sectores
bien delimitados.”118
118 Cf. Aínsa, Fernando: La reconstrucción de la utopía,
Correo de la UNESCO ,
Mé3xico 1999, p 67.
En suma, toda la doctrina acerca de la “seguridad nacional” se basa en la supuesta existencia de un enemigo
que amenaza la patria. De ahí que el fin último de esta doctrina sea la
transformación de países soberanos en territorios abiertos, esto es, en “áreas de libre comercio” por medios
militares.
La consecuencia es la militarización
del lenguaje, ya sea de forma abierta o encubierta.
Así, a medida que transcurre el
tiempo, los medios de comunicación dejan de hablar del ingente montón de
escombros en que se ha convertido la ”Zona
acero”, para pasar a “América UnderAttack” (América está asiendo atracada
-, no los Estados Unidos-). Inmediatamente a “America strikes back” (América
devuelve el golpe), “America’s New War” (La nueva guerra de América), “America
recovers” (América se recupera). Se trata, pues, de una información desvirtuada
por el melodrama.
Como decía Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América
Latina, “ahora América es, para el mundo, nada más que los Estados Unidos:
nosotros habitamos, a lo sumo, una Subamérica, una América de segunda clase, de
nebulosa identificación”.
Fragmento del Libro
La intoxicación lingüística El uso perverso de la lengua
Vicente Romano