Viernes, 15 de Junio del 2012
Sesión del Comité de Descolonización de la ONU:
PALABRAS DE LA PRESIDENTA DE LA NACIÓN CRISTINA FERNÁNDEZ EN LA SESIÓN “CUESTIÓN MALVINAS”, DEL COMITÉ DE DESCOLONIZACIÓN DE LA ONU, NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.
Muchas gracias señor presidente: en
principio quiero agradecerle a este Comité histórico de Descolonización de
Naciones Unidas la deferencia que me hace, me siento con un gran honor de poder
hablar ante este Comité y todos sus miembros. Este Comité creado cuando
surgieron los movimientos de liberación en el África, cuando la Asamblea de
Naciones Unidas entonces emite su ya emblemática Declaración sobre el
Colonialismo y confiere precisamente, a través de la creación de este Comité,
el ámbito institucional, multilateral, global que encare definitivamente la
lucha contra lo que ya todos han señalado que constituye un verdadero
anacronismo, que es el colonialismo.
Desde la creación de este Comité se
han resuelto 80 casos de ex colonias, 11 casos de fideicomisos y sólo restan
resolver 16 cuestiones coloniales, 10 de las cuales son originadas por el
dominio en territorios usurpados, por parte del Reino Unido, y yo vengo a
hablar aquí precisamente de la Cuestión Malvinas.
Por eso quiero agradecer, y me siento
honrada de estar aquí presente hoy. No vengo sola, vengo como Presidenta de la
República Argentina y vengo acompañada también por la mayoría de los partidos
políticos de la República Argentina, con representación parlamentaria. Están
aquí, en varias bancas atrás, duros opositores a mi gobierno, pero que sin
embargo conciben a la cuestión del colonialismo y a la cuestión de Malvinas
como algo que excede, incluso, la cuestión nacional, o de soberanía de la
Argentina para constituirse en una afrenta al mundo, que todos soñamos, por el
que muchos luchamos y por el que tantos murieron en las guerras de liberación.
No queremos más muertes, no queremos más guerras porque las hemos sufrido
internamente, y las hemos sufrido externamente.
Me acompañan, también, ex
combatientes, me acompañan también madres de combatientes, sepultados en
Malvinas y cuyos restos no han podido ser identificados aún.
En una carta que dirigí,
recientemente, al señor presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, le
solicitábamos la posibilidad de conformar un equipo forense, que permitiera a
estas madres de Malvinas, que quieren saber dónde están los restos de sus
hijos, cuál es la tumba de su hijo para ir a ponerle una flor.
No son las únicas mujeres que todavía
buscan a sus hijos, en la República Argentina. También hay otras madres que
siguen buscando los restos de sus hijos para ser identificados, casualmente
desaparecidos, en la dictadura del 24 de marzo de 1976 y que culminara con el
gobierno democrático de 1983. Esa misma dictadura que decidió unilateralmente
–sin consulta a ningún argentino – los hechos del 2 de abril, como fuera
inclusive comprobado desde el punto de vista militar hice desclasificar el
Informe Rattembach que era un análisis de los propios militares argentinos
sobre lo que había significado el conflicto desde el punto de vista militar.
Vengo a pedir por el derecho
humanitario – se ha hablado de derechos humanos – creo que nuestro país en el
mundo, hoy, es líder en materia de derechos humanos. Pocos casos recuerdan el
juzgamiento con las leyes de la Constitución, con los jueces de la Constitución
y con la defensa que confiere todo país civilizado como se está desarrollando
en la República Argentina. Pocos países tienen tanta libertad inmigratoria;
pocos países reciben ciudadanos de todo el mundo.
Cuando yo recién escuchaba la
descripción maravillosa – que hacía el señor Vernet – sobre esas Malvinas de su
tatarabuela, donde había escoceses, alemanes, indios, tehuelches, en fin me
parece ver a la Argentina. La Argentina es eso que describía la abuela de
Vernet, en 1929.
Yo, señor presidente, soy nieta de
españoles, presidenta de la República Argentina. Nuestro país integrado
fundamentalmente por corrientes migratorias europeas, a finales del siglo XIX,
y en la primera mitad del siglo XX, y luego por corrientes migratorias de
nuestra propia región sudamericana, en la segunda mitad del siglo y en lo que
va, nos constituye en una nación absolutamente cosmopolita y respetuosa de los
derechos de todos los habitantes de nuestro país. Es más viven más ingleses en
el continente que en las Islas, de las cuales hay un militar cada dos
habitantes, como recién señalaba también el señor Bestt.
Yo quiero referirme también a la
historia, a una historia que se quiere negar. No estoy acá porque hace treinta
años, estoy acá porque dentro de unos meses va a ser 180 años que fuimos
usurpados. El capitán Pinedo debió abandonar las Islas porque una corbeta
inglesa, muy superior en poderío militar, como lo era en ese momento el imperio
inglés, el gran imperio naval, del siglo XIX, del cual no era la primera vez
que venían a la Argentina. Ya habían venido antes, los hicieron en 1806, cuando
todavía éramos colonia española, con el General Belford a la cabeza. Mire usted
lo que son las cosas, si hubieran triunfado en ese momento a lo mejor no
estaríamos discutiendo aquí y seríamos como Canadá, un protectorado. Pero bueno
fueron vencidos por el pueblo de Buenos Aires, por sus mulatos, por sus negros,
por sus criollos; las familias más acomodadas hacían tertulias con el invasor.
Pero realmente el pueblo sublevado los echó en 1806, pero insistieron en 1807,
con el General Wailot y fueron nuevamente derrotados.
En 1833 también sufrieron, luego de
usurpar el territorio durante un tiempo, el asedio de rebeldes que se habían
escondido – como el Gaucho Rivero – y que controlaron la situación durante seis
meses, bajaron el pabellón inglés, izaron el nacional, hasta que finalmente
fueron apresados, e inclusive – el Gaucho Rivero – fueron enviado a Londres,
donde las propias autoridades dijeron que no podían juzgarlo porque no había
cometidos delitos en territorio inglés. Esto es la verdad de la historia, señor
presidente. Pero por si faltaba algo puedo acercarles a ustedes una carta de un
argentino, más conocido y más famoso que esta Presidenta, o que cualquiera de
los que estamos aquí en nombre del país, un hombre al que otros pueblos de la
América le deben también su libertad. Yo agradezco la presentación del señor
vicecanciller de la hermana República de Chile. Estoy hablando del General José
de San Martín, libertador de pueblos, una carta dirigida – y que consta en
nuestros archivos de la Cancillería – en 1816, cuando se estaba tratando en
Tucumán la independencia y cuando él aprestaba su ejército para cruzar Los
Andes. Una carta dirigida al señor teniente gobernador de la Ciudad de San
Juan, pidiéndole más soldados: “que todos los de alta clase que se hallen
presos en esa jurisdicción de sus mandos, sentenciados a los presidios de
Patagones, Malvinas u otros, sean remitidos a esta capital, con copias de sus
respectivas condenas y la mayor seguridad posible comprendiendo también en
ellos a los desertores, contumaces en este delito”.
Mire usted, hasta presos teníamos en
Las Malvinas, no solamente población. Esta carta se encuentra a disposición de
este Comité de Descolonización. Antes de que fuéramos independientes, antes de
que conformáramos la Confederación habían existido 32 gobernadores españoles en
Las Islas.
Y todos sabemos que luego de la Paz
de Utrecht y del Tratado de Torrecillas cómo se dividió el mundo y qué pasó con
aquellas jurisdicciones que estaban bajo el imperio español cuando nos
independizamos, en distintas épocas. Por eso es tan importante la carta del
General San Martín, libertador de Chile y del Perú, y junto a Bolívar, ambos
libertadores, de la América del Sur.
Es esa historia la que nos trae hoy y
aquí, pero si eso no fuera suficiente, esta historia que también fue intentada
una vez más, en 1845, ya no solamente el Reino Unido, sino además los
franceses, la flota anglo-francesa, cuando intentó y fue rechazada en la Vuelta
de Obligado, por las fuerzas comandadas por el General Lucio V. Mansilla, primo
de quien dirigía los destinos de la Confederación, el Brigadier General Don
Juan Manuel de Rosas. Mire usted tres intentos y este cuarto, que subsiste para
vergüenza y anacronismo en el siglo XXI.
Pero por si no hace falta la
historia, podemos hablar de la geografía. Cómo puede pretenderse a 14.000
kilómetros de distancia que ese territorio integra el territorio británico o es
parte del territorio británico. Yo vivo en Río Gallegos, señor presidente, a
poco más de 700 kilómetros de las Islas Malvinas. En las costas de la ría de
Río Gallegos se pueden ver las aves migratorias que vienen de Malvinas:
cormoranes, gaviotas de ojos negros que emigran y que llegan, incluso, hasta el
Ecuador, no llegan Londres, llegan únicamente hasta el Ecuador. Por eso Las
Malvinas no solamente son argentinas, sino que conforman parte de la plataforma
del continente suramericano.
Por eso es también la necesidad de
geografía, zoología, resoluciones de Naciones Unidas que son tomadas como un
instrumento más, formamos parte de este organismo multilateral que conforman la
gobernanza global, 11 resoluciones de Naciones Unidas. La primera en 1965 y
debo destacarlo un logro de la diplomacia de un gobierno que no era del signo
de mi partido, sino que era de la Unión Cívica Radical, y el presidente era el
Doctor Arturo Umberto Illia. Se logra allí la primera resolución (2065) y más
tardes diez resoluciones más y 29 resoluciones de este Comité de
Descolonización. Sin incontables además las adhesiones de la UNASUR, de
MERCOSUR, de la CELAP, de SICA, de los países del África, de los países árabes.
Nada importa, porque en realidad lo que se está usufructuando es la posición de
privilegio que el Reino Unido tiene como miembro permanente del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas.
Quiero también hablar de la
diplomacia; decía recién una frase el señor vicecanciller de Chile: “reanudar
las negociaciones entre Argentina y el Reino Unido”, nunca mejor empleado ese
término, señor vicecanciller. Porque hubo negociaciones entre el Reino Unido y
mi país, la República Argentina, se desarrollaron durante la tercera
presidencia del Presidente Perón, hubo - con la más estricta reserva - a través
de lo que se denomina un wallpaper – es así canciller, ¿no? es un papel, no es
un paper, sino un papel secreto, en el cual el embajador inglés, en la
Argentina, por indicaciones del Foreing Office, toma contactos con Viñas para
ver si podíamos arribar a un acuerdo entre ambos países. Y hace una propuesta
que también figura en la cancillería argentina.
Voy a leer los cinco puntos, sobre
los que versaba este acuerdo ofrecido, que era la forma de condominios. Los
condóminos serían su Majestad la Reina y su Excelencia el Presidente de la
República Argentina. Hay diversas formas de condominios, pero los elementos
básicos podrían incluir lo siguientes: “Las banderas británicas y argentinas
serían enarboladas juntas, y los idiomas oficiales serían inglés y español.
“Segundo.- Todos los ‘nativos’ de Las
Islas poseerían doble nacionalidad.
“Tercero.- Los pasaportes de la
colonia existente serían reemplazados por documentos de viajes, emitidos por
los condóminos.
“Cuatro.- La Constitución,
administración y el sistema legal actuales tendrían que ser adaptados a las
necesidades de un condominio. El Gobernador podría ser designado
alternativamente por la Reina y el Presidente de la Argentina.
“Cinco.- Los demás cambios
constitucionales requerirían el acuerdo de los condóminos”.
La propuesta británica fue puesta en
conocimiento – esto fue junio de 1964 – al Presidente Perón por el canciller
Vignes en la más estricta reserva. Un memoradum, elaborado posteriormente por
la Dirección General de Antártida y Malvinas, con la firma del ministro Carlos
Lucas Blanco se refirió a la propuesta británica en estos términos: “Esta
propuesta, de fecha 11 de junio, del corriente año, era tendiente a lograr una
solución de fondo y fue contestada el 19 de junio por una contrapropuesta, que
avanzaba mucho más en el sentido de favorecer la posición argentina y una más
rápida solución definitiva.
Paso a leer textualmente cuál fue la
contrapropuesta argentina: “Las banderas de ambos países flamearán
conjuntamente en edificios y actos públicos. Las banderas argentinas, británica
y local tendrán curso legal en Las Islas con el tipo de cambios que se fije de
común acuerdo. Los pasaportes o cualesquiera otros documentos actualmente en
uso para los “nativos” de Las Islas serán reemplazados por otro único que los
administradores conjuntos determinarán.
4- Serán administradores conjuntos el
Excelentísimo señor Presidente de la República Argentina y su Majestad
Británica.
5- Serán idiomas oficiales en las
Islas Malvinas el español y el inglés, en los cuales estarán redactados
obligatoriamente todos los documentos oficiales.
6- Se adaptarán a la administración
conjunta las normas legales del territorio continental argentino, británicas y
vigentes en Las Islas.
7- Los “nativos” de Las Islas gozarán
los beneficios de la doble nacionalidad argentina y británica para todos sus
efectos.
El punto 8 y último dice: Alternativamente
cada uno de los administradores conjuntos, designará por el término de dos años
al Gobernador de Las Islas. El primer legislador, bajo el régimen de
administración conjunta, será designado por el Excelentísimo señor Presidente
de la República Argentina; el otro administrador conjunto designará al
secretario de la Gobernación, o si se produjera una modificación en la
organización administrativa del gobierno de Las Islas al funcionario con tareas ejecutivas, que siga en jerarquía al
gobernador.
El punto 9 y principal: Será
propósito fundamental de la administración conjunta facilitar la gradual
integración de la posición de las Islas a la vida política, económica, social e
institucional de la República Argentina.
El 19 de junio, Vignes y el entonces
embajador Hodson, estaban en estás negociaciones. Lamentablemente el 1 de julio
de 1974 fallece el Presidente Perón y más tarde, al poco tiempo, fallece
también el Embajador Hodson. Pero es bueno saber lo que se pensaba desde Gran
Bretaña sobre esta nueva situación. La asunción de María Estela Martínez de
Perón como presidenta planteaba un clima de incertidumbre politica, motivo por
el cual el secretario de Estado Kalaham aceleró el envío de un telegrama a
Hodson, en el que le decía: “aprovechemos esta oportunidad porque podría haber
un cambio de gobierno o golpe de Estado en cuestión de semanas”.
El departamento preparó, incluso, una
fórmula para anunciar conjuntamente “una nueva ronda de conversaciones para
explorar las salvaguardas y garantías a ser ofrecida a los habitantes de las
Islas Malvinas, en la hipótesis de un eventual condominio anglo-argentino”.
Desgraciadamente, señor presidente,
los análisis que hacía la cancillería inglesa – el Foreing Office – acerca de
la situación en que derivaría la muerte del Presidente Perón o la inminencia de
un golpe de Estado, que tardó un poco más, pero que llegó inexorablemente –
porque ya estaba decidido desde mucho antes – abortó esta negociación que
existió entre el Reino Unido y mi país, la República Argentina, en los términos
que plantea precisamente la resolución de Naciones Unidas. Nosotros queremos
por eso – tal cual lo manifestaba el vicecanciller chileno - la reanudación de esas negociaciones.
¡Qué culpas tenemos los argentinos de
lo que no pasó a partir del 24 de marzo de 1976!
Cuando yo veía hoy en el 10 de
Downing Street ondear la bandera que ellos llaman de la Islas Falkland, sentí
vergüenza ajena, señor Presidente, porque las guerras no se festejan ni se
conmemoran.
¿Sabe por qué? Porque la guerra costó
muchas vidas, 649 muertos del lado argentino, 255 del lado británico, 449
argentinos y 264 británicos se suicidaron después.
¿Qué pensaría, digo señor Presidente,
el pueblo alemán o la señora Merkel si el 8 de mayo, fecha de la rendición
incondicional de Alemania, 8 de mayo de 1945, en el 10 de Downing Street,
ondeara la bandera alemana por debajo de la bandera inglesa? ¿Qué pensaría
Japón si el 15 de agosto, el presidente de los Estados Unidos hiciera ondear en
la Casa Blanca la bandera estadounidense y abajo la bandera japonesa?
Le recuerdo a lo que no lo recuerden,
que el 15 de agosto, luego de Nagasaki e Hiroshima, recién se rindió el Imperio
del Japón después de la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué, entonces, nos denostan a
nosotros que no tuvimos absolutamente nada que ver con esa dictadura? Es más,
fuimos firmes opositores; es más, fuimos víctimas. Todavía, reitero, estamos
buscando a amigos, a compañeros, a chicos que hoy tienen la edad de mi hijo. Mi
hijo podría haber sido también uno de esos chicos capturados por esa dictadura.
¿Cómo puede alguien moralmente y
honestamente plantearnos a nosotros que somos eso? ¿Cómo pueden plantearnos a
nosotros eso, que desde 1983 solamente integramos misiones militares de paz en
todo el mundo? Estamos en Haití, estamos en Chipre; no nos van a encontrar ni
en Irak ni en Afganistán.
Y si de referéndum se trata, por qué
no van a hacer un referéndum también a Afganistán o Irak a ver qué se piensa de
lo que están haciendo.
Por eso, señor Presidente, disculpe
la vehemencia, yo no voy a adjetivar, yo no voy a decir cosas sobre ninguno de
los que han hablado defendiendo su posición, porque nuestra cuestión es con el
Reino Unido. Porque además, yo creo que cuando se tienen argumentos, razones
históricas, geográficas, políticas, no es necesario insultar ni agraviar ni
mentir; basta solo con contar las cosas cómo han sucedido, cómo han pasado. Y
así han pasado las cosas.
Ni qué hablar de los recursos, señor
Presidente, depredados y sin ningún tipo de control, recursos ictícolas y
petroleros en una zona de paz. Porque además, señor Presidente, el apoyo de
nuestros países hermanos, no es solamente una cuestión de solidaridad por
vecindad, es casi un ejercicio de autodefensa, porque nuestra región, el
Atlántico Sur esta desmilitarizado y porque además, Argentina, líder en materia
de derechos humanos, es también líder en materia de no proliferación nuclear,
pese a ser el país más avanzado de Latinoamérica en materia de ciencia nuclear.
Tenemos demasiados antecedentes de
ser un país de paz, un país que le abre las puertas como nadie. Una cosa que
decía el señor Bets y que me impresionó, que se tuvo que ir de las islas porque
lo perseguían, porque pensó diferente, porque cree realmente en algo diferente
a lo que creen otros, no importa quiénes.
¿Cuál es esa forma de vida que no
admite a otros que piensan diferente y que tienen que irse? ¿Cuál es esa forma
de vida que insulta, agravia y no deja ni siquiera identificar los restos?
¿Cuál es esa forma de vida por la cual esta Presidenta tuvo que pedir por favor
que nos dejaran ir a los familiares de los sepultados en Malvinas en avión?
¿Qué tan malos somos que estamos ofreciendo vuelos semanales de nuestra línea
de bandera recuperada directamente desde Buenos Aires a Malvinas? ¿Qué tan malos
somos que miles de ingleses viven en nuestra parte continental? ¿Qué tan malos
somos que tenemos leyes inmigratorias libérrimas como no tiene ningún otro
país? Yo me atrevo a decir que en pocos países del mundo hay tanta libertad
como en la República Argentina y tanto respeto por los derechos del otro,
derechos de igualdad, derechos de libertad, derechos de expresión.
Creemos, entonces, señor Presidente,
que esta no es solamente una cuestión bilateral; creemos que es una cuestión
global, señor Presidente; creemos que esta es una cuestión global, señor
Presidente, porque el mundo tiene muchos problemas y el mundo tiene muchos
problemas porque, precisamente, los organismos multilaterales, como el caso de
las Naciones Unidas, y esto no es culpa de Naciones Unidas, tiene diferentes
estándares sus miembros.
Si no es miembro permanente del
Consejo de Seguridad, puede respetar o no respetar una resolución de Naciones
Unidas. Si uno no es miembro de ese Consejo de Seguridad, seguramente, si no
respeta alguna resolución o viola derechos humanos, mejor dicho, si viola
derechos humanos en países con petróleo, porque cuando se violan los derechos
humanos en países que no tienen petróleo ni ningún tipo de recursos o que
juegan algún ajedrez especial en el sistema internacional, no pasa nada, señor
Presidente.
Yo creo que el hecho de que el Reino
Unido no respete las resoluciones de Naciones Unidas, va más allá de una
cuestión bilateral con la República Argentina. Obviamente, nos afecta en primer
término, pero yo creo que afecta al orden global, creo que afecta a las
posibilidades de tener un mundo más justo, más seguro, más equitativo, más
igualitario, un mundo que está cambiando, señor Presidente.
Estamos ante una época diferente;
algunos no lo quieren ver y se aferran a ese viejo mundo y yo creo que esta
cuestión de Malvinas, como las pocas que quedan, van a tener que ser resueltas
más temprano que tarde. Porque es necesario recuperar no solamente la cordura,
sino recuperar los instrumentos que nos permitan vivir en un orden civilizado
en el cual cada uno sepa a qué atenerse.
Esto es lo que venimos a pedir y por
eso decimos que Malvinas no es solamente una causa nacional, es además, una
causa regional porque estamos defendiendo los recursos de las América del Sur y
nuestra zona desmilitarizada. Pero es además, una cuestión global porque
estamos defendiendo el rol de un organismo multilateral como Naciones Unidas
del cual somos parte que se integra por la Carta de San Francisco y que se
integra además, por el respeto a las resoluciones que son votadas por la
Asamblea General.
¿Con qué derecho se le puede exigir a
unos países el respeto y a otros la violación sistemática? ¿Cuánto tiempo va a
durar este sistema si también se expresa con igual inequidad, con igual
injusticia en materia económica?
Bueno, tal vez, lo que no logre la
política, finalmente lo termine logrando la economía, señor Presidente. Porque
va a haber grandes cambios; tal vez no se vean en lo inmediato, pero avecina
ya, está en ciernes un mundo diferente.
Seguir aferrándose a posiciones que
surgieron del siglo XIX o con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, en un
mundo donde los que amenazan verdaderamente no están sentados ni en el Consejo
de Seguridad y ni siquiera muchos se integran. Las Naciones Unidas nos obligan
a todos a repensar lo que estamos haciendo.
La Argentina está abierta a la
negociación como lo demostró esta negociación que existió en 1974 y que quedó
trunca. Y que implica, además, por parte del Reino Unido al reconocimiento de
que hay una cuestión litigiosa en materia de soberanía. Si no, ¿por qué razón
el gobierno del Reino Unido, a través de su Embajador envía secretamente este
papel al canciller Vignes para ser tratado por el general Perón y luego el
general Perón lo contesta?
Bueno, la historia tiene esas cosas.
Muchas veces dicen que los hombres no forman la historia, pero muchas veces los
hombres o lo que les pasa a determinados hombres y mujeres que son
determinantes en un momento histórico, influyen de una manera a veces beneficiosa
y a veces es fatal para el curso de los acontecimientos.
Pero venimos aquí sin ningún tipo de
rencor, sin ningún tipo de ofensa, con la certeza y la seguridad de que somos
un país abierto y que vamos a seguir cumpliendo estrictamente las resoluciones
de Naciones Unidas demandando la apertura de esas negociaciones. Negociaciones
que, por otra parte, en el mundo que se avecina, donde las tres claves van a
ser energía, alimentos y ciencia y tecnología, el Reino Unido debería actuar
con mayor grado de inteligencia y no utilizar esta cuestión como una cuestión
para ser internalizada en su política interior. Debería actuar con mayor
inteligencia porque una negociación entre ambos países que destrabara muchas
cosas, permitiría asociaciones que tal vez fueran beneficiosas para el conjunto
de la América del Sur y para todos los países y para el mundo porque otra de
las cosas que no han advertido quienes llevaron adelante la globalización, que
ya ninguno podrá tener una determinada situación sin que influya en el otro.
Miren lo que está pasando en el mundo de la economía global.
Por eso digo que detenernos en
Malvinas, solamente como en una cuestión bilateral, territorial o de soberanía,
es achicar el caso. El caso de cuestión de Malvinas es algo más: es un desafío,
un desafío a nosotros mismos, a los organismos multilaterales, a los gobiernos
de que sean capaces de superar prejuicios, de superar cliches de lo que ya no
son ni volverán a ser porque el mundo ha cambiado y hay nuevos protagonistas.
Lo único que pretendemos, señor
Presidente, es dejar atrás esta historia de colonialismo, esta historia
anacrónica y construir una nueva historia en base al diálogo.
Mire que poco pedimos: dialogar. No
estamos pidiendo que nos den la razón; no estamos pidiendo que diga que “sí,
las Malvinas son argentinas”. Estamos pidiendo apenas nada más ni nada menos
que se sienten a una mesa a dialogar.
¿Puede alguien en el mundo
contemporánea negarse a dialogar y luego querer convertirse en adalid de los
derechos humanos, de las libertades, del mundo civilizado, del mundo occidental
y cristiano? La verdad…la verdad que no, señor Presidente.
Por eso, creo que luego de las
intervenciones del señor Bets y del señor Vernet, ni siquiera hubiera sido
necesaria mi intervención.
Ellos describieron esas Malvinas de
aquellos años como cuando yo los escuchaba, reitero, parecía que estaban
describiendo un barrio de la Ciudad de Buenos Aires o de una provincia
Argentina, la mezcla de culturas, la mezcla de nacionalidades.
Eso es lo que es Argentina, lo que
siempre fue y quiero, para finalizar, agradecer el apoyo que ha tenido
innumerable cantidad de países del MERCOSUR, de la CELAC, de SICA, del Comité
de Descolonización, de los países árabes, de los países africanos, de todos
aquellos que creen que el colonialismo es algo que debemos dejar
definitivamente atrás para construir el nuevo mundo que todos nos merecemos y
del que tenemos muchas más necesidades de las que creemos.
Muchas gracias, señor Presidente;
muchas gracias, señores miembros del Comité. (APLAUSOS)