lunes, mayo 14, 2012

Decadentes... ¿Conferencias de prensa de los presidentes?


¿Conferencias de prensa?*

Por Alejandro Kaufman. Artículo publicado el 3 de Agosto de 2008, en Página 12. 

AUN HOY, ABSOLUTAMENTE VIGENTE.


¿QUIEN DIJO QUE LAS CONFERENCIAS DE PRENSA SON AQUELLAS EN LA CUAL LOS PERIODISTAS PREGUNTAN?... Y "LAS "RUEDAS DE PRENSA" ¿QUÉ SON ENTONCES?

¿A qué se debe la discrepancia entre los militantes políticos Néstor Kirchner y Cristina Fernández y los medios hegemónicos de comunicación? Néstor Kirchner actuó como actuó en su hora respecto de los derechos humanos. Lo que hizo no estaba en las expectativas de ningún sujeto social ni político del espectro democrático, progresista ni de izquierda. No avisó que iba a hacer lo que hizo. Sin duda, para poder hacerlo. No hubo conferencia de prensa. Pero la sorpresa tiene un costo político. En el triunfo es bienvenida, en la derrota se recuerda amargamente la falta de participación consensual. Los avances de Alfonsín en ese sentido habían sido anunciados en su plataforma electoral. No así los de Kirchner.
       ¿En qué posición quedaron la prensa y los medios hegemónicos en relación con el nuevo escenario que las políticas públicas de derechos humanos del kirchnerismo instalaron en la Argentina de la postdictadura? ¡Quedaron en evidencia! Ahora ya no se trata de unos imposibles juzgamientos de perpetradores que se seguirían implorando por toda la eternidad.
En este nuevo escenario aquello que consiguió silenciarse durante este último cuarto de siglo podría hacerse visible: que los medios de comunicación de la dictadura, sus líderes empresariales, periodísticos y del entretenimiento no han cambiado, son los mismos, permanecen en sus puestos, dictan las agendas mediáticas y las modalidades comunicacionales, consiguieron homologar el horror exterminador con toda clase de acontecimientos de diferente orden. Educaron a varias generaciones de jóvenes audiencias en la idea de que arrebatar una cartera en la calle merece la pena de muerte pero haber perpetrado desapariciones y torturas es un asunto opinable. Que los derechos humanos son algo del pasado. Cooptaron a intelectuales progresistas para que escriban y comenten sus biografías personales e institucionales y los absuelvan de sus complicidades, acciones y omisiones en la dictadura.
       Lo que tenemos que discutir en la Argentina, si nos creemos las palabras que solemos intercambiar sobre las instituciones democráticas, es el estatuto ético-político de las prácticas de la prensa y los medios de comunicación. Ese estatuto no depende solamente de declaraciones y normas fundadas sobre acontecimientos anecdóticos, por graves que sean en sí mismos. El procedimiento de la "carta robada" oculta lo aterrador confundiéndolo con otros acontecimientos –dramáticos– que, aisladamente, justifican diversas preocupaciones y demandas políticas. En estos veinticinco años se han acopiado cada uno de los eventos dolorosos, accidentales o criminales noticiables de distinta índole como modalidades de ocupación excluyente de las agendas. Hoy no se usan en general la censura ni la mentira flagrante sino la transparencia, la omisión y la sustitución.

       Los actores mediáticos de la dictadura quedan en evidencia porque ya no hay tantos otros culpables sin nombrar. Innumerables archivos de toda índole atesoran sus crímenes simbólicos y políticos. Es por ello que gritan tanto en el espacio público y ajustan en privado las tuercas sobre los trabajadores de prensa, para que el pasado que a ellos concierne se mantenga en el olvido. No tienen como rehenes sólo a los trabajadores de prensa, sino también a gran parte de los actores políticos y culturales que dependen de los medios para mantenerse en los espacios comunicacionales. 
¿Conferencias de prensa de los presidentes? ¿Cuáles, las de Bush padre o Bush hijo? En los instantes previos a la conferencia de CFK algunos periodistas los recordaban en cámara. Podrían haber mencionado que la frase más horrorosa de Videla sobre los desaparecidos fue pronunciada en una conferencia de prensa.
       Hay que discutir las agendas mediáticas, eludir las divisiones binarias tan establecidas, seguir luchando por la memoria y por los relatos, como casi siempre. Sólo un debate semejante podrá emanciparnos de la prensa de la dictadura. 

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