ANOTEN ANTIPERONISTAS: PERÓN, EL DEMOCRÁTICO QUE NO QUISO
FUSILAR
Hay quienes como Evita
y miles más, consideraban que, a los sediciosos del ’55 había que fusilarlos,
sin más. También a los tripulantes de los aviones que bombardearon salvajemente
la Plaza de Mayo aquél 16 de Junio.
Perón no quiso. Para
malestar de muchos antiperonistas y gorilas, Perón era tan democrático que el
fusilamiento de esos energúmenos no era adecuado.
En este sentido, José
Pablo Feinmann reseña que incluso Aramburu, justificándose, tratando de
relativizar la importancia del fusilamiento de Valle, les dirá, en su
cautiverio, a los Montoneros que ellos –los de la Libertadora – habían
hecho una revolución y en una revolución siempre se fusila.
No hay por qué
sorprenderse si Castro y el Che también lo hicieron.
Es el modelo
revolucionario de la
Revolución Francesa.
El modelo que siempre
manejaron Marx y Engels.
Discutiendo con
“demócratas antiautoritaristas”, Engels se encrespa y dice: “¿No han visto
nunca una revolución estos señores?
Una revolución es,
indudablemente, la cosa más autoritaria que existe: es el acto por medio del
cual una parte de la población impone su voluntad a la otra por medio de
fusiles, bayonetas y cañones, medios autoritarios si los hay; y el partido
victorioso, si no quiere haber luchado en vano, tiene que mantener este dominio
por el terror que sus armas inspiran a los reaccionarios.
¿La Comuna de París habría
durado acaso un solo día de no haber empleado esta autoridad de pueblo armado
frente a los burgueses?
¿No podemos, por el
contrario, reprocharle el no haberse servido lo bastante de ella?” (Marx,
Engels, Obras escogidas, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, Tomo I, 1955,
p. 671. Cursivas mías).
El texto es de una
potencia y claridad notables. Uno lo ha citado casi ya a lo largo de los años.
Tiene otros para citar. Pero, ¿para qué? Engels lo dijo impecablemente y era,
además, Engels. De aquí que, por más que acumulemos lecturas, la condensada
sabiduría a la que improbablemente podamos acceder algún día se encierre, se
condense apenas en unas pocas lecturas.
El terror. Hasta eso acepta Engels de la Revolución Francesa.
Eso que disgustó tanto
a Hegel como a Beethoven, Engels lo acepta como parte esencial de una
revolución.
¿Cómo no habría de ser
duro el Che en la fortaleza de La
Cabaña ?
Insisto: Aramburu,
para justificarse, dice “éramos revolucionarios, teníamos que fusilar”.